Ha nacido una nueva mirada dentro del panorama de cine español, y ya van muchas, pero esta es un poco especial. Se llama Elena López Riera y ha firmado una de las obras más especiales de la temporada, 'El agua', una película repleta de misterios, originalísima a la hora de captar la cotidianeidad y mezclarla con el elemento mágico, poderosa y al mismo tiempo dotada de una extrema fragilidad, capaz de introducirse en el enigma para extraer de él toda su magnitud insondable a partir de la sugerencia. 

La película, que se estrena este viernes, se presentó en el pasado Festival de Cannes, en la Quincena de los Realizadores, y a partir de ese momento ha ido alcanzando una fuerte resonancia a nivel internacional, algo parecido a lo que ocurrió el año pasado con 'Espíritu sagrado', de Chema García Ibarra. Y no es casualidad que ambos sean amigos, que apuesten por su tierra, por el elemento local, por los acentos (ella es de Orihuela, él de Elche) de esa zona conocida como Vega Baja del Segura y que introduzcan en sus obras el realismo y la cotidianeidad mezclados con el elemento mágico. 

Elena López Riera escuchó la leyenda que vertebra la cinta cuando era pequeña, se la contó su abuela. Le dijo que, a veces, el río Segura se enamoraba de una mujer a la que se le metía el agua dentro y que, por eso, crecía y se desbordaba, porque se enfadaba y se la quería llevar con él. “Siempre me han gustado las leyendas, y la tradición oral. De alguna manera, mi estilo parte de ahí, por eso no utilizo estructuras tradicionales a la hora de narrar, aunque sé que es algo poco ortodoxo, sino que son historias que se ven como se podrían contar de una persona a otra”. 

Por eso en 'El agua' se integra diferentes estilos y texturas. Hay una historia de amor adolescente que transcurre a través de sus propios códigos, haciendo hincapié en una juventud atrapada en un entorno que no ofrece demasiadas posibilidades, también encontramos rupturas documentales a través de una serie de señoras del pueblo que cuentan directamente a cámara su relación con la leyenda local y, por último, esa familia de la protagonista, tres mujeres pertenecientes a diferentes generaciones, la abuela (Nieve de Medina), la madre (Bárbara Lennie) y la hija (la debutante Luna Pamiés), que son consideradas como las ‘raras’ del pueblo, que están ‘malditas’, solo por el hecho de que viven de forma independiente de los hombres. A través de ellas la cineasta quería hacer un homenaje a esas mujeres solas que escapan por completo de las representaciones tradicionales lorquianas de llanto y dolor. “Venimos de una estirpe de matriarcas que, por supuesto estaban estigmatizadas, relegadas a las tareas del hogar, pero que dentro de su espacio eran fuertes, y eso es también una forma de resilencia política. Ahora las nuevas generaciones tienen una conciencia, pero no hay que olvidar de dónde procedemos”. 

Una película como 'El agua' no surge a modo de generación espontánea. Es fruto de un trabajo previo concienzudo. Elena López Riera lleva mucho tiempo dedicada a crear todo su universo en el formato del cortometraje (algo que también la emparenta, de nuevo, con Chema García Ibarra) y en ellos (que se pueden ver en Filmin) ya aparecen los temas, muchas imágenes y su apuesta por filmar sus raíces. “Lo mío con Orihuela es un poco como el amor y el odio. Al igual que la protagonista, me quería ir porque se me quedaba pequeño, tenía hambre de todo. Y luego, cuando me hice mayor, me di cuenta de que buscaba cualquier excusa para volver. Quizás 'El agua' surja de esa necesidad de entenderme a mí misma, para entender lo hermoso y horrible del lugar donde nací. Pero creo que es algo bastante universal. Cuando te crías en un pueblo, estableces ese tipo de dinámicas, ya sea en España o en cualquier parte del mundo”. 

En efecto, Orihuela, sus afueras, el campo, las acequias, ocupan un lugar fundamental en 'El agua', pero también el río Segura, que, en este caso, adquiere una dimensión casi sobrenatural. Y es que en la película también palpita el género fantástico y la mitología que tiene que ver con las mujeres mágicas, en este caso, las ninfas. Elena López Riera revisó películas como 'La mujer pantera', de Jacques Tourneur, porque quería romper con esa tradición en la que se utiliza el cuerpo de la mujer como objeto social, algo que se ha perpetuado a través de las leyendas y los mitos. Para ella, la transformación, significa liberación. También era una forma de hablar de los miedos. ¿No son casi siempre heredados? Es la gran duda que palpita en la protagonista, hasta qué punto lo que siente, la llamada del agua, es fruto de ese miedo que le han trasmitido o de su propia sugestión. Y eso, en las mujeres, a las que siempre se nos ha inculcado un montón de terrores, tiene que ver con una perspectiva de género.