Paula Avellanas atraviesa la Magdalena con el guion de su primer largometraje bajo el brazo. El cierzo azota su pelo y sus pensamientos. Tiene dieciocho años recién cumplidos y la futura arqueóloga solo desea ser contadora de historias. Talento innato y botón de ancla y muestra sobre el poder del cine en vidas tan inquietas como creativas. Mayoría de edad para sentir, ver, ser y diseñar imágenes. Si algo caracteriza la relación que existe entre la ciudad de Zaragoza y el llamado séptimo arte es su particular, íntimo y confesado 'love story'.
El principio de esta hermosa amistad ya proviene de lo que siempre recordaba el añorado José Luis Borau: que en Zaragoza no solo se rodó, sino que también se produjo y se reveló la primera película del cine español. Aunque la cuestión de la industria es todavía la gran asignatura pendiente, el quehacer de los nuevos y nuevas cineastas que ha dado el siglo XXI ha puesto en valor los talentos maños que laten tanto delante como detrás de la cámara, cuestión de la que se han hecho eco también nominaciones a Premios Goya y Feroz en las recientes ediciones.
Público fiel
Desde el siglo pasado, en Zaragoza la importancia de su cuota de pantalla es todopoderoso referente para la agenda de estrenos y su mantenimiento en cartel. Por algo visita la ciudad un agradecido Álex de la Iglesia en los ciclos de directores del Palafox y Aragonia, al lidiar con brío y donaire 'El cuarto pasajero' en el devenir de los meses. En otro tiempo existían los cineclubs, maravillosas catacumbas para fortalecer la cinefilia de jóvenes, fieles y curiosos. Y contra viento y marea, siempre ha estado y está ahí la Filmoteca de Zaragoza, en su compromiso irrenunciable y ciudadano de ofertar calidad, miradas y perspectivas ante el mundo y sus cinematografías.
En estas, el público zaragozano ha sido y es fiel protagonista. Su relación con el cine pasa por la complicidad cariñosa y cómplice en acoger toda iniciativa de promoción e invitación que nace de la gran pantalla, desde el faro de instituciones como la Universidad de Zaragoza a pequeños grandes foros como la decana Tertulia Perdiguer. Y sus certámenes y festivales, grandes y pequeños, consolidados y nuevos. La ciudad del viento ama el cine y lo hace desde una revisión crítica, social y, sobre todo, coloquiada. Es la película hablada que continúa en las emociones de quien se ha atrevido adentrarse en su narrativa y alfabeto sentimental.
Con la presencia de los Premios Feroz y su cuidada programación de antesala, se ratifica que Zaragoza ha respondido, dicho alto, con mayúscula y negrita. Así se ha podido ver en el largo punteo de listas de espera ante la visita de los Javis o la 'masterclass' de Almodóvar. Y es que, en tiempo récord, Zaragoza ha sabido hacer suyos los premios, revitalizando la máxima de que «el público es el gran protagonista»: espectadores entusiastas, versados y con ganas, amantes del audiovisual y de sus formatos, cine y series, gente divertida, festiva, y también la más seria.
En el cambio de estaciones, la siguiente cita e invitación pasará, sin duda, por el Campus de La Inmortal que también, con mimo y rigor, la Asociación de Informadores Cinematográficos de España dinamiza para el ayuntamiento y sus vecinos. De dimensión y repercusión en todo el Estado, con La Inmortal Zaragoza volverá a latir dentro del sector, tomará el pulso a la profesión, hará 'networking' y, sobre todo, alfabetizará con muchos quilates a un público maño que en modo 'premium' beberá del cine sabio y sus tendencias.
Como dice la campaña de marketing, el público no es tonto. Y es obligado tratar a quien se sienta en la butaca de manera inteligente, tal y como hacía Hitchcock, completando la película en su neocórtex. En una atmósfera que también es digital y prosumer, la visita de estrellas y expertos de todos los oficios y lugares pondrá de manifiesto lo que ya sabíamos: estamos de cine. Fernando León de Aranoa dijo que habrá un cine nuevo cuando exista una mirada nueva. El cuidado y cultivo del ver y hacer, asombrarse y rodar, brota, crece y se entusiasma con iniciativas artístico y culturales como estas.
Feroz e Inmortal
Una temporada cinematográfica esta, en la que voces como la de Eduardo Casanova ayudan a ir más allá con películas como 'La Piedad', recogiendo el testigo del inconformismo de un homenajeado Pedro Almodóvar. Feroz en la agenda, entre los Premios Gaudí y Goya, para un cine que hace de testigo y creación con objeto de contar y transcender hechos e historias. Un arte que apuesta por la memoria, los valores, el experimento y el aura cinematográfica y rebelde.
Sucedió lo mejor que podía pasar. La Inmortal ciudad se apropió de los Feroz. Y más allá del brillo de estrellas, premios y galas, la alfombra roja se pone ahora al servicio de la ciudadanía, para que ella misma sea quien pise y protagonice la agenda de esta su sábana de sueños. Feroz e Inmortal. Para que participe, acuda y aplauda. Para que asista, apunte y pregunte. Más allá de públicos y audiencias, es el momento del espectador, de quien mira y cambia las cosas, de quien tras vivir el cine hace del mundo un lugar «más amable, más humano, menos raro».
'Post scriptum'. El próximo 8 de marzo, se cumplirá el centenario del nacimiento del gran y generoso José María Forqué, zaragozano y autor de pro al que cine y ciudad le deben a partes iguales. Un arquitecto de emociones y géneros, que supo ser y estar en tiempos complicados, el de 'Atraco a las tres' y autor también de 'Ramón y Cajal: historia de una voluntad'. Cajal fue pionero en identificar las diez sinapsis que componen la retina. El ojo atento de las instituciones también debería tomar nota y aprovechar su legado y siembra en tan señalada fecha.
