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Entrevista

Carla Simón: "Mi cine y mi vida van de la mano, no puede ser de otra manera"

Hablamos con la última ganadora del Oso de Oro de Berlín sobre su manera de ver y hacer cine, sus próximos proyectos y su reciente maternidad

Una imagen reciente de Carla Simón. EFE

El Málaga Talent-La Opinión de Málaga, del grupo Prensa Ibérica, es un premio muy particular: no es estrictamente un homenaje a una carrera ya prácticamente hecha sino un empujón en una carrera ya con quilates pero todavía con mucho por hacer. ¿Cómo lo recibe?

Muy feliz porque es verdad que cuando empiezas un premio como éste, que no es por una película en concreto, no es algo que se dé mucho, y me apetece. Además, me gusta porque el Festival de Málaga y yo tenemos un idilio, una relación muy bonita en la que siempre apoyan mis proyectos. 

Málaga es uno de los festivales que más se ha caracterizado por apoyar a las realizadoras independientes, con otra voz. Pilar Palomero, Elena Trapé, Alauda Ruiz de Azúa y, antes, Laura Mañá y Gracia Querejeta han ganado el premio principal de la competición, la Biznaga de Oro. ¿Has notado esa especial sensibilidad del certamen con las directoras?

Puede ser. La verdad es que cuando ganamos con 'Verano 1993' no tenía tanta conciencia de eso como de que Málaga apoya mucho los inicios de las carreras, que es un festival el que han ganado muchas óperas primas. Es una celebración muy grande del cine español en un momento del año en que está empezando la vida de las películas, una manera de que ciertas películas hechas aquí empiecen a tener mucha visibilidad. Y el Festival ayuda mucho para que el público las pueda tener en cuenta.  

 Este fin de semana, con los Premios Goya, digamos que termina el ciclo vital de 'Alcarràs', tras un año intenso de promoción, estrenos internacionales, carrera hacia los Óscar... ¿Siente algo de pena?

Pena, no, porque ha sido todo tan intenso... Llevamos un año de arriba para abajo, viajando, de promoción y me apetece pasar página y poder centrarme en los nuevos proyectos.

Más allá de las connotaciones autobiográficas de sus películas, se implica emocionalmente en su preparación, se involucra. ¿Esa inmersión deja secuelas, no le gustaría distanciarse de sus historias para variar?

Es que no sé hacerlo de otra manera, y me gusta que sea así. Cada vez que he intentado hacer algo más ligero, fracaso, no lo sé hacer. Es mi manera de relacionarme con el cine, que va de la mano con mi vida. Después de cada rodaje, termino con muchos kilos menos y una crisis grande de la que hay que recuperarse [Risas]. Pero al final me compensa porque me gusta mucho lo que hago y con cada proyecto termino creciendo también a nivel personal. Hay momentos en los que sufres, claro, pero también otros de los que me llevo mucho: por ejemplo, en 'Alcarràs' me he llevado a una familia entera.

¿Qué le ha enseñado el cine?

Hacer cine es una manera de estar en el mundo, de vivir, me hace fijar en cosas que creo que de otra manera no me fijaría: estar siempre alerta a gestos, interacciones entre personas, palabras... Mi capacidad de observación ha aumentado gracias a contar historias. Hacer cine ha educado mi sensibilidad; trabajar en equipo, colaborar, da valores muy grandes y hace pensar en cómo se relaciona uno con los demás. Además, lo bonito del cine es que empiezas un proyecto y nunca sabes hacerlo, siempre te lleva en direcciones distintas; crees que sabes hacerlo pero al final te das cuentas de que no es así. Como en la vida.

Después de 'Verano 1993' y 'Alcarràs', dos películas muy personales, con temas y tonos claros, ¿podemos decir que conocemos bien a la Carla Simón directora, o hay conceptos y maneras que quiera explorar que nos puedan sorprender?

Espero que haya mucho más que pueda sorprender [Risas]. En las carreras de los directores es muy importante que cada proyecto nos aporte algo nuevo, un reto que tengamos que aprender a enfrenta. Con lo que estamos preparando ahora hay toda una parte que voy a explorar por primera vez y tengo algunas ideas ahí que son cosas que se alejan de lo que he estado haciendo ahora. 

Se refiere a 'Romería', el que será su siguiente largometraje y con el que cerrará la trilogía de la pérdida, la pertenencia y la memoria que han comenzado 'Verano 1993' y 'Alcarràs', ¿no?

Sí, 'Romería' es uno de esos proyectos. Pero también he hablado con María Zamora [su productora] de otras cosas que no tienen que ver con mi mundo, con la familia, la memoria... Hay cosas que siento que estoy preparada para contar después de hacer estas películas.

Suele comentar que para hacer cine le ayudó mucho ver cine e identificar qué es lo que le emociona para saber el tipo de películas qué quiere hacer. ¿Qué visionados resultaron fundamentales en su vida? 

Fue muy importante descubrir el mundo del neorrealismo italiano, es un movimiento con el que me siento muy próxima: trabajaban con gente de la calle, filmaban sus emociones muy de cerca, buscaban esa verdad... También hay dos directoras muy distintas que fueron muy reveladoras para mí: Lucrecia Martel y Claire Denis. Martel me inspira mucho por sus guiones, cómo hablan sus personajes y cómo trabaja sus sonidos; Denis, por su trabajo de cámara, cómo retrata y acompaña las emociones de sus personajes. También para mí fue muy importante ver '3 días con la familia', de Mar Coll, para darme cuenta de que mi familia podría ser un tema de las historias que contar.

Tiene el Oso de Oro de la Berlinale, será parte del jurado de su próxima edición; ha representado a España en los Óscar, ha recibido excelentes críticas y arrasado en festivales... Y todo ello con sólo dos películas. ¿Está yendo todo demasiado rápido? 

Me siento muy afortunada, pero me he dejado la piel y el alma para hacer esas dos películas. Hay mucha gente que me pregunta si siento mucha presión... En realidad, la sentí entre 'Verano 1993' y 'Alcarràs' pero después de todo lo que ha pasado siento cierta liberación: seguramente con la siguiente película no vamos a ganar otro Oso de Oro [Risas]. Al final, la clave es que hay que seguir, que una película te abra la puerta para hacer otra, para seguir haciendo cine y que uno sienta que vaya explorando distintos caminos, más allá de lo que pase después con las películas.

También lo preguntaba porque este ritmo rápido, de constantes viajes y entrevistas, choca un tanto con ese cine suyo tan despacioso, tan de detalles. 

En el cine el tiempo cambia durante el proceso: la escritura es solitaria, el rodaje es colectivo, el montaje es de nuevo íntimo, en la promoción vuelve a haber mucha gente alrededor... Si el cine sólo fuera promoción y festivales sería insostenible creativamente hablando. Yo, después de Málaga y Berlín, en marzo, ya no acepto más entrevistas ni viajes. Necesito que baje de nuevo todo el ritmo y poder concentrarme de nuevo. Además, este año he sido madre así que mi noción del tiempo ha cambiado mucho, lo valoro aún más.

No evita en las entrevistas cuestiones como la conciliación o la paridad en el mundo del cine. Otras directoras quizás respondieran de una manera tajante con un «A un director hombre no le preguntaría cómo concilia un rodaje con su paternidad». Con usted tengo la sensación de que se ha propuesto poner sobre la mesa el tema para reflexionar en público sobre estos asuntos. ¿Es así?

Es que si estamos hablando de estos asuntos es porque no están solucionados, están en construcción. Por ejemplo, antes de ser madre, veía desde fuera la conciliación y tenía una impresión diferente a la realidad. Y eso es porque las mujeres lo viven de puertas para dentro. Así que hay que seguir conversando sobre eso. Siempre con mis compañeras directoras lo decimos: «Ya estamos otra vez hablando de ser mujer...», sí, pero la única manera de que, en unos años, las nuevas generaciones de directoras no tengan que contestar a estas preguntas es contestarlas nosotras ahora. A mí me gustaría hablar sólo de mis películas, pero lo que estamos viviendo [el auge de las películas dirigidas por mujeres] tiene algo de reparación histórica y hay que conversar sobre eso.

¿Cambiará la maternidad sus preocupaciones, sus intereses creativos?

Es tan bestia el viaje emocional por el que pasas al ser madre que seguro que me cambiará. Más allá de tener emociones que no conocías, sentir cosas nuevas... A mí me gusta mucho hablar sobre la familia. Hasta ahora había vivido la experiencia de ser parte de una familia muy grande desde la nueva generación; en el momento en que tienes un hijo, pasas a la generación de en medio y el punto de vista sobre la familia cambia mucho. 

Manel, su hijo, conocerá a su madre también a partir de sus películas. Supongo que será algo especial para alguien como usted que perdió a sus padres a los 6 años.

Eso es algo que me parece muy bonito. A mí me falta tanta memoria familiar de mis padres que siento esa necesidad de que a mi hijo no le pase lo mismo y que me conozca muy bien, también a partir de mis películas. 

Una curiosidad: como directora que es, ¿graba mucho a Manel? 

Para mí es muy importante no tener esa cosa... a ver: a veces con los niños una se agobia con el tiempo, con cómo cambian tan rápido. No quiero encontrarme grabándolo por el miedo a que se me escape el tiempo, sino porque hay una luz muy bonita y me apetece tener esa imagen. Intento hacer ese ejercicio de grabarlo desde el placer.

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