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Berlinale

Pepe, el hipopótamo de Pablo Escobar: un disparo en el corazón y dos en la cabeza

En los años 80, el narco importó clandestinamente centenares de animales para montar un gigantesco zoo en su finca. El más célebre de todos ellos, el hipopótamo Pepe, es protagonista de la película homónima que acaba de presentarse a concurso en la Berlinale

Un fotograma de 'Pepe', presentada en la Berlinale. EPC

Se calcula que a lo largo de ambas orillas del río Magdalena, en Colombia, habitan alrededor de 140 hipopótamos, y eso de momento. Dada la extraordinaria capacidad procreativa de esta especie, la cantidad podría haberse multiplicado hasta por 10 en 2034 y eso, asimismo, aumentaría exponencialmente el peligro que plantea para la región un animal extremadamente violento -también en eso es imbatible- y cuya presencia supone de por sí una amenaza para el ecosistema local.

La culpa por ello -sí, además de por la droga, los secuestros, los atentados con bombas y los asesinatos indiscriminados- hay que echársela al infame ‘narco’ Pablo Escobar, que en los años 80 importó clandestinamente centenares de animales para montar un gigantesco zoo en su finca. El más célebre de todos ellos, el hipopótamo Pepe, es protagonista de la película homónima que acaba de presentarse a concurso en la Berlinale.

El periplo del animal es el siguiente: después de que Escobar fuera abatido a tiros en 1993 y de que su hacienda fuera desmantelada, la bestia abandonó el lugar -donde también vivían una docena de sus congéneres- para establecerse unos 150 kilómetros al sur junto a su pareja de hecho, Matilda, y la cría nacida de camino; la presencia del trío alarmó a los pescadores de la zona y, como resultado de sus quejas, un escuadrón formado por miembros del ejército y dos comerciales de la compañía alemana Porsche acabó en 2009 con la vida de Pepe de tres disparos -uno en el corazón, dos en la cabeza-, justo antes de hacerse una foto posando junto al cadáver que enfureció a medio mundo; las protestas obligaron a las autoridades a proteger por ley a los hipopótamos, lo que explica el desmesurado aumento de su población.

Es una historia interesantísima, y por eso resulta francamente frustante que, en lugar de explicarla empezando por el principio y acabando por el final, el director dominicano Nelson Carlos De Los Santos Arias la oculte entre personajes secundarios, superposiciones animadas, secuencias oníricas, estampas costumbristas y varios otros intentos más de exhibir su ingenio, mientras convierte al personaje titular en una voz en off proclive a escupir palabrería pseudofilosófica en tres idiomas distintos.

Mucho más centrada en su discurso se muestra la otra película aspirante al Oso de Oro presentada hoy, ‘The Devil’s Bath’. Dirigida por la pareja de cineastas vieneses Veronika Franz y Severin Fiala -en su día firmantes de la genuinamente perturbadora ‘Buenas noches, mamá’ (2014)-, y ambientada en el norte de Austria a mediados del siglo XVIII, la pelicula contempla el progresivo e inexorable resquebrajamiento psicológico de una joven atrapada en una comunidad gobernada por el fanatismo religioso y la superstición, su obsesión por ser madre para cumplir con el cometido que se espera de ella y su matrimonio con un hombre que la usa como muro tras el que esconder su verdadera orientación sexual. Y entretanto, mientras avanza precisa, exacta e inexorable, se erige en una crítica demoledora a los dogmatismos, y a las promesas de salvación que ofrecen.

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