Regala y en cantidades notorias, encanto, humor y, sobre todo, mucho amor, y llega a las pantallas españolas después de haber divertido y también conmocionado al público francés. Es solo la cuarta película del director Stephane Robelin, que se dio a conocer con Real movie en 2004 y, especialmente, por ‘Y si vivimos todos juntos’, que realizó en 2011, y en ella se aproxima al universo de la tercera edad desde una perspectiva de comedia que insta al humor y a las emociones.

Es innegable que se trata de un producto plenamente personal del realizador, responsable único del guión, pero sería injusto no recalcar como se merece la labor de un veteranísimo actor galo, Pierre Richard, que formó pareja en numerosas ocasiones con Gerard Depardieu y que vuelve a las pantallas sin haber las nunca abandonado, aunque sí relegado a cometidos de segunda entidad. Su creación del personaje de Pierre es todo un hallazgo que consolida los valores de la cinta y que invita de forma permanente a la sonrisa. Lo más novedoso de ‘En lugar del señor Stein’ es que se mueve por unos derroteros, los de un hombre casi octogenario, que no parecían contar con el beneplácito del espectador, sobre todo de las nuevas generaciones, poco dadas a recrearse con los temas de la vejez y enfrascadas en un cine juvenil que se apoya en relatos de aventuras y en comedias desmadradas.

Todo ese fenómeno se pone aquí entre paréntesis para desnudar a un anciano que atraviesa una situación delicada, que tras la muerte de su esposa vive los dos últimos años en absoluta soledad. Es en este panorama tan poco reconfortante en el que se forja un pequeño milagro, fruto del deseo de Pierre de conocer un mundo que siempre le ha sido ajeno, el de internet. Su deseo es conocer a una mujer que pueda compartir sus penas y alegrías. Algo que adquiere verdadero sentido cuando su nieta encuentra un profesor que se convierte en su guía por la red. La historia tiene tantas posibilidades que podría, incluso, haber dado más de sí en el hilo central del guión, pero a pesar de no haberlas agotado no se frustran sus anhelos de generar noventa minutos de placenter o entretenimiento.