La idea es curiosa y original y permite combinar un cine de animación similar al que atrae a espectadores menudos con una historia real que nos sitúa en el seno de un gran hallazgo científico, el del denominado Eslabón Desaparecido.

Se trataba, en suma, de convertir el encuentro de un vestigio fundamental para conocer la evolución del ser humano en una aventura divertida e imaginativa que interesase por igual a adultos y pequeños.

Un proyecto que ha puesto en marcha el cineasta Chris Butler, que debutó en la dirección de largometrajes animados en 2012 con El alucinante mundo de Norman y que nos muestra aquí, sobre guion propio, su segunda película.

Aunque los resultados podrían haber sido mejores, la cinta es amena y en ocasiones divertida, mejor desde luego en el plano técnico que en el literario. La odisea del intrépido aventurero Lionel Frost es la propia de un científico empeñado en conocer las etapas de evolución del ser humano, una obsesión que le lleva hasta Estados Unidos de la mano de Mr. Link, una pintoresca criatura, un tanto estrafalaria pero con un gran sentido de la amistad, que es un auténtico vestigio del hombre. Con semejante pareja lo único que se echa en falta es una mujer y ese papel se hará realidad de inmediato cuando tropiezan con Adelina Fortnight, una joven muy despierta y con olfato de aventurera que aporta un objeto fundamental en el viaje, el mapa que les puede llevar al misterioso enclave del Shangri-La en el que supuestamente se encuentra lo que están buscando.

Hasta llegar a su destino el trío pasará por situaciones críticas y peligrosas, que en algún caso deriva en enfrentamientos con villanos que no participan de sus mismos anhelos. La animación es más que correcta y en la versión original se escuchan las voces de Hugh Jackman, Zoe Saldana y Stephen Fry, que encarnan respectivamente a Lionel Frust, Adelina Fortnight y Lord Piggot-Danceby.