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Crítica de cine

'Doctor Strange en el multiverso de la locura': una lástima que el caos llegue tan tarde

Sam Raimi prefiere ignorar sus propias posibilidades para la experimentación narrativa; aquí, como viene siendo costumbre en el UCM, el concepto de multiverso vuelve a ser usado como mero vehículo de un desfile de cameos

Fotograma de ’Doctor Strange en el multiverso de la locura’.

'Doctor Strange en el multiverso de la locura' ★★★

Dirección Sam Raimi

Reparto Benedict Cumberbatch, Elizabeth Olsen, Xochitl Gómez, Benedict Wong, Rachel McAdams

Estreno 6 de mayo de 2022


Hasta ahora, ninguna ficción del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) había puesto en evidencia la personalidad de su director tanto como esta, que incluye libros malvados, brujas furiosas y hechiceros, zombis y esqueletos voladores, y otras criaturas monstruosas que a ratos la envuelven de un aire grotescamente lúdico. Pero una película Marvel de Sam Raimi no es lo mismo que una película de Sam Raimi. Además de eso, ‘Doctor Strange en el multiverso de la locura’ es la secuela oficial de ‘Doctor Strange’, (2016) y continuación de ‘Vengadores: Endgame’ (2019) y de ‘Spider-Man: No way home’ (2021), y de la miniserie ‘Bruja Escarlata y Visión’ (2021). Y eso significa no solo que debe pasar buena parte de su metraje contextualizándose a sí misma sino también que a lo largo de sus 126 minutos no llega a afianzar una identidad distintiva; es, en general, un escaparate del restrictivo estilo del UCM adornado de alusiones a algunos de los momentos más icónicos del cine previo de Raimi.

El personaje titular pasa el grueso de la peripecia argumental cruzando una sucesión de portales interdimensionales y, pese a que puntualmente la película da la sensación de querer usar esa premisa para romper corsés y erigirse en algo parecido a una versión de acción real de ‘Spider-Man: un nuevo universo’ (2018), prefiere ignorar sus propias posibilidades para la experimentación narrativa; aquí, como viene siendo costumbre en el UCM, el concepto de multiverso vuelve a ser usado como mero vehículo de un desfile de cameos.

Las realidades alternativas y los personajes se van acumulando y, aunque Raimi aporta al relato el mismo tipo de humanismo que ya abundaba en su trilogía de Spider-Man -sin ella, por cierto, es probable que hoy el cine de superhéroes no dominara Hollywood- a través de apuntes sobre el peligro que dejarse llevar por el dolor que la pérdida entraña y sobre la predestinación y el poder del amor, la película avanza más bien escasa de emociones humanas reconocibles. Se hace difícil implicarse realmente en lo que sucede, también porque la idea del multiverso hace que lo ocurrido en una realidad pueda ser revocado en otra, y porque durante buena parte del metraje las escenas de acción se ajustan sin reparos a la fórmula Marvel.

Principalmente en la segunda mitad de la película, es cierto, toma el control el Raimi que revolucionó el género de terror mezclando lo horripilante y lo hilarante, derrochando ironía sin caer en el cinismo y usando tanto el color y la luz como el manejo de la cámara y el montaje para crear atmósfera, y el espíritu de la trilogía de ‘Evil Dead’ se apodera del cine de superhéroes. Es una lástima que ese caos llegue tan tarde, y que en todo caso lo haga maniatado a una película que, igual que todas las del UCM, se muestra al menos igual de preocupada por prestar servicio a la saga a la que pertenece que por alimentar sus propias virtudes.

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