Haga hervir la leche con el azúcar y agregue el café. Después bata las cinco yemas en otro recipiente y vacíe encima el líquido, sin dejar de revolver. Ponga esta mezcla al fuego, revolviendo siempre y sin que hierva. Cuando la crema esté espesa, sáquela del fuego y pásela por el colador.
Una vez fría, mézclelo todo con la crema fresca y póngala en el refrigerador. Esta crema se sirve helada, pero no amoldada y puede decorarse con nata y virutas de chocolate rallado, piel de naranja o un poco de canela.