Sacan en el Telediario de TVE del domingo a uno al que aún no le conocíamos la jeta diciendo que no, hombre, que no son recortes, que son ajustes. Y ahí están, mientras la gente vuelve medio levitando de tanto rezar y compungirse por el dolor del crucificado, sueltan a los segundones para lanzar trallas a ver si esto aguanta o revienta de una vez.

José Ignacio Echániz es responsable de Sanidad y Asuntos Sociales del PP, y sin que se le mueva un pelo de su peinado a raya pide tranquilidad a los ciudadanos. Conmigo lo consiguió.

Oigo recortes y se me pone la color demudada. Oigo ajustes, y es como un bálsamo. Me relajo y lo entiendo todo. Entiendo el mal trago que estarán pasando los gobernantes haciendo lo que hacen. Por nuestro bien. Que todo el mundo lo sepa. No se recortará la sanidad ni la educación. Se ajustará. ¿A que está ya más tranquilo?.

Pero casi al mismo tiempo nos enteramos de que Luis de Guindos, un tiburón gordo, nada menos que ministro de Economía, el Anne Germaine que pone en su boca lo que nos calla Mariano Rajoy en su más allá de nosotros, dice en Alemania que la próxima reforma afectará a sanidad y educación. Y entonces me entra el telele. Es que con las cacofonías me pierdo. Y como el domingo en Cuarto Milenio no tocaba cacofonías porque el humorista Íker Jiménez estaba con la rabiosa actualidad del Titanic, nadie me ha podido explicar hasta ahora en qué quedará esto.

¿Hay recortes para reformar la rebaja del ajuste, hay rebaja del recorte porque ajustar es mejor que recortar la sanidad y la educación de un tajo rebajado al nivel del ajuste? San Íker, vuelve a tus misterios misteriosos y ponte con las cacofonías del Gobierno, que de tan claras asustan.