Se autodefine como la "princesa del pueblo", y algo deberá tener cuando todo el mundo quiere hacerse una foto con ella o simplemente saludarla. Belén Esteban demostró en A Illa (Galicia) que se desenvuelve con soltura ante una cámara de televisión, a pesar de que el oficio que iba a descubrir para su programa "Los ojos de Belén", el de mariscadora, no era precisamente el que más se adecua a su perfil.

Llegó cuando las más de 300 mariscadoras ya se encontraban trabajando. De minishort y chanclas, perfectamente enfundada en rosa chicle y oculta tras unas gafas de sol, repartió besos, saludó efusivamente y recibió todo tipo de ánimos de la gente que la esperaba a pie de playa, muchos venidos desde municipios como Sanxenxo o Vilagarcía solo para verla de cerca. Mientras hacía todo eso, los integrantes de la productora se volvían locos para tratar de coger un plano adecuado para el programa y apartar a las decenas de curiosos.

"Es más guapa en persona que por la tele", "Belén eres la mejor" o consejos sobre lo que debe decir en el programa en el que es colaboradora fueron algunas de las cosas que tuvo que escuchar a medida que iba avanzando hacia la playa, siempre con una sonrisa cómplice y amable en los labios, aunque visiblemente cansada, probablemente por la celebración de la Eurocopa la noche anterior.

Tuvo tiempo incluso para atender a los medios allí congregados, eso sí, con una advertencia antes de comenzar "nada de preguntas sobre Fran", como si todo el mundo estuviese enterado o muy preocupado por su vida sentimental.

La primera vez que pisaba Galicia "sin ser de paso" era para acercarse a la playa a descubrir un trabajo prácticamente desconocido fuera de Galicia. "Me encanta esta tierra y, la verdad es que todo el mundo me está tratando genial", aunque apenas quiso desvelar cosas de su estancia ya que supondría descubrir los secretos mejor guardados de su programa que se emite la noche del viernes.

El encuentro con los medios terminó con la princesa del pueblo calzándose unas katiuskas y encaminándose hacia la playa acompañada de Luisa Castro, la presidenta de las mariscadoras. "Legoña" al hombro con un "xeito" más que particular, la Esteban no dudó en ir preguntando sobre cómo era el trabajo mientras se fumaba un pitillo tras otro, arrojando las colillas directamente a la arena de la playa en vez de guardarlas para evitar la contaminación del entorno.

"En esto tiene que acabar doliendo la espalda", fue una de las frases más manidas de la estrella televisiva, que se agachó para cavar en las duras arenas de O Bao más bien con escasos resultados. Todo ese espectáculo no solo era seguido por varias cámaras, sino por una considerable cantidad de personas, muchas de las cuales saludaban a la Esteban desde lo alto del puente.

Tras cubrir la tasa, que era de tres kilos de babosa y kilo y medio de fina, la invitada se dio el gusto de comer en uno de los chiringuitos playeros de O Bao, justo antes de desplazarse a la lonja de A Illa. Allí asistió a la celebración de una subasta de marisco por primera vez en su vida.

El paseo por A Illa remató bien entrada la tarde, cuando se desplazaron ella y todo el equipo del programa a la casa de un ilustre vecino del municipio: el bailarín isleño Manuel Trillo y su compañera Anastasia. Durante unas horas de animada conversación, bailaron un chachachá ante los cientos de admiradores que se concentraron en las inmediaciones de la vivienda. Tras ello, Esteban regresó al hotel en el que se hospedó la noche anterior.