Las demás cadenas ya tienen sus refuerzos veraniegos a pleno rendimiento o preparadas para que la estrella descanse y entre la tropa a sustituirla. Ana Rosa Quintana no tuvo el viernes pasado la despedida que tenía prevista antes de irse de vacaciones.

Quería hacer una fiesta con actuaciones musicales y bulla colegial, pero la vida, que es lo que es, se cruzo en el camino en forma de muerte. Se les fue de golpe el director general de Cuarzo, la productora del programa. Y en vez de risas y confetis hubo llantos y tristeza por Pedro Rodríguez. Dicen que era una excelente persona y un profesional raro por estupendo en un medio tan salvaje. Ana Rosa se derrumbo e hizo lo que tuvo que hacer, llorar en directo su muerte. Hizo lo que tuvo que hacer? Difícil responder. Lo que pasa con alguien que perdió la credibilidad es que la pierde entera, incluso en esta situación. La señora ya está de vacaciones, y sustituyendo a la reina de tan elegante basura han puesto a Carmen Alcayde y Joaquín Prat. Antena 3 hará el cambalache el lunes, con Roberto Leal y Sandra Daviú. ¿Y La 2? De rebajas. Pero por cierre casi total. Pilar García se esfuerza en animarnos, vestida de pamplonica rigurosa, a que pongamos el despertador a las 7 de la mañana. Esta monísima, es cierto, pero insuficiente atractivo.

Vive San Fermín, que paradoja, a pesar de que las carreras de los bichos por las calles de Pamplona es un cruel anuncio de ajusticiamiento publico por la tarde en la plaza a la que llegan como corderillos, es lo único vivo, o sea, en directo, de la pública. Después de esa ceremonia que fomenta y publicita un espectáculo indigno, la nada. O sea, más muerte en forma de redifusión. Un paramo del que la audiencia está huyendo.