Nof Otmana Ismail, una palestina con ciudadanía israelí se ha alzado con la victoria en el popular programa televisivo MasterChef gracias a una combinación de exotismo y vanguardia en la interpretación de la tradicional cocina árabe.

Con un plato bautizado como "Sultán de Primavera", un puñado de salmonetes fritos sobre una fina crema de almendras y migas, que sustituyó en apariencia al tradicional 'humus' oriental de garbanzos y acompañado por una ensalada verde con hierbas de temporada, esta palestina conquistó anoche la final de la quinta edición del programa en Israel.

"Nada más escuchar mi nombre me eché a llorar. Siento una gran alegría y veo cumplido mi sueño, por eso vine al concurso", declaró al Canal 2 israelí una emocionada Nof, cuyo nombre, de origen beduino, significa el punto más alto de la joroba de un camello.

Doctora en microbiología y con cuatro títulos de postgrado, esta cocinera aficionada de 33 años y madre de tres hijos -dos de ellos gemelos-, confesó que su siguiente objetivo era crear una escuela de cocina para árabes y judíos.

"Quiero encontrar a alguien que me ayude y quiera crear conmigo esta escuela árabe-israelí de cocina", manifestó.

El jurado destacó que durante las pruebas de selección y al igual que suelen hacerlo otros participantes en este tipo de concursos de talento, Nof arguyó sin tapujos que "venía a ganar".

Y con los precedentes de sus méritos personales y profesionales, al que se suman el entusiasmo y su maestría en los fogones, nadie pone en duda que consiga sacar adelante la academia de cocina.

Natural de la población árabe-israelí de Baqa al-Gharbiye, pegada a la Línea Verde que colinda con el territorio ocupado de Cisjordania, la ganadora del concurso culinario habla un perfecto hebreo que aprendió al asistir a un colegio judío.

Tan solo delata sus orígenes árabes cuando pronuncia los exóticos platos que ha elaborado en el concurso, a veces como si se tratase de la confección de un traje, y que han revolucionado en Israel la forma de entender la cocina árabe.

Su progenitora, profesora de hebreo, junto a su padre y uno de sus hijos estuvieron presentes en la final, difundida anoche y en la que tuvo que competir con el segundo finalista Idó, que cocinó un chuletón de vaca acompañado por un panache de verduras, tras descalificar a la tercera en liza, Meseret, una etíope que tampoco se lo puso nada fácil.

Los jueces del programa han alabado la trayectoria de Nof y valorado su creatividad conceptual que ha buscado elevar y modernizar la gastronomía tradicional árabe.

Mención aparte merecieron, por ejemplo, sus refinadas dotes de repostera con las que cautivó al jurado con una renovadora visión artística con la que preparó los populares postres árabes "waklawa" con formas florales y galletas de azahar con los que los más golosos cayeron rendidos a sus pies.

"Desde el principio tenía el gen de la victoria. Y desde luego su cocina es victoriosa", señaló Eyal Shani, el juez en apariencia más exigente y con la cuchara más suelta a la hora de probar los platos.

Mijal Anski, presentadora y única mujer que integró el jurado le otorgó a la palestina 100 puntos por su última creación, y aseguró que extrajo a "cada salmonete hasta su último jugo".

Nof explicó que en la cocina tradicional árabe existe un plato de salmonetes conocido como "Sultán Ibrahim", al que pretendió darle un giro de tuerca junto con la ensalada de garbanzos y habas verdes, sobre el falso humus, para convertirlo en el "Sultán de Primavera".

Los miembros del jurado han prometido ponerse a dieta, pues con la cata de un promedio de quince platos por día de producción a lo largo de la última temporada han aumentado entre 3 y 8 kilos.

Conforman igualmente el panel Jaim Cohen, conocido cocinero con programa propio y Jonathan Roshfeld, chef de un refinado y asequible bistró en Tel Aviv, representantes de una gastronomía, la israelí, con múltiples influencias.

Pese a ser un país pequeño y joven, en Israel confluye una variada gama de cocinas como la judía centroeuropea, la sefardí, la marroquí o la etíope, a la que se suma la cocina árabe de la región que busca hacerse un sitio más allá del tradicional kebab o falafel.

Los cocineros israelíes quieren encontrar un lenguaje propio en la alta cocina sin descartar sus raíces, aunque sus métodos culinarios, como el, a veces, exagerado uso de las manos, arriesgadas mezclas de productos y sabores, o las presentaciones que rozan lo rústico, puedan parecer poco ortodoxos.