Tarea complicada sorprender en el género del talent show cuando, además, se es heredero de otro formato que ya triunfó y se agotó en la competencia. El primer TSQS fue más un quiero y no puedo, pero con matices. Matiz de su maestra de ceremonias, Cristina Pedroche, que confirma la naturalidad como su mayor talento. No tiene vergüenza, que no quiere decir que no la sienta en lo ajeno, siendo sus Pedrochadas lo más salvable de un debut que todavía nos cuesta calificar.

Vimos disciplinas sorprendentes, hubo muchos fallos, seguramente porque la mayoría de los aspirantes no eran profesionales, pero también mucho friki y muy buen talante ante un jurado que andaba un poco desconcertado. Esperemos que dentro de siete días se noten las tablas... La primera fase, casi única porque la segunda y tercera fueron un visto y no visto, llegó a ser tediosa en algún momento, ya sea por la dudosa calidad de la actuación o porque el jurado necesitaba recomponerse de la impresión, al igual de los que estábamos al otro lado de la cámara.

Las pedrochadas

Lo mejor del piloto, Cristina. La vallecana confirma su facilidad para moverse en un escenario, la cámara la adora y ella no tiene reparo en hacer el mayor de los ridículos, porque en su caso siempre queda bien, pese a quien le pese. No sabemos el devenir de la última apuesta de Gestmusic, pero lo que tenemos claro es que en este género puede darnos muchas sorpresas. En la búsqueda de ese talento oculto, lo mismo te imita a un caballo o al mismísimo 'pecador de la pradera'. La mami de los concursantes ejerció como tal, aunque en el algún momento pusiera cara de 'tierra trágame'.

Silvia Abril, complice con uno de los concursantes

Rafa y su ´punch´

El coreógrafo canario fue él mismo en esencia. Nos recordó al profesor de aquella 'Fama, ¡a bailar!' que nos tenía enganchados todas las sobremesas a las coreografías de un grupo de chavales enamorados del baile. Rafa brilla precisamente por sus "sexies, sus paquetones" y sus "dámelo todo", frases que quedaron en el recuerdo de uno de los mejores programas de la historia de Cuatro, y a partir de anoche por sus 'punch', porque si no tienes 'punch', difícil... Políticamente incorrecto, claro y provocativo, pero con una habilidad intuitiva para reconocer el talento más allá de su disciplina profesional. Si había que decir que la concursante era sosa, lo dijo, si faltó fuerza en la actuación, lo recalcó y si la cosa se había ido de madre, agilizaba las conclusiones de sus compañeras de veredicto para no perder el tiempo.

Silvia, sin bragas y a lo loco

La cómica y actriz catalana es un espectáculo en sí misma. Silvia Abril brindó algunos de los mejores momentos del programa atreviéndose a hacer una coreografía acrobática en el aire; bailar walking y voguin o dejarse coger en brazos por un concursante y dar vueltas al escenario... todo eso sin bragas, tal y como anunció y recordó en repetidas ocasiones Rafa Méndez. Tomarse las cosas con humor no quiere decir que no se aprecie lo bueno cuando sucede o lo malo cuando te abochorna, aunque la mujer de Andreu Buenafuente demostró tener una mano derecha impecable para mandar a los aspirantes a paseo. Abril ha visto mucho género y es una experta en monólogos, como ella misma recordó, en su casa el listón está muy alto.

Soraya bromea sobre el estado físico de un concursante

Soraya, neutral

Nos advirtieron en la rueda de prensa que las hormonas tuvieron dominada a la cantante, y lo cierto es que Soraya Arnelas fue la más conforme con muchas de las actuaciones. La más veterana como concursante y jurado, porque ha estado en las dos partes, puso el listón un poco bajo al principio y fue subiéndolo según se iban sucediendo las actuaciones. En las disciplinas musicales fue contundente, ahí no le va a venir a decir nadie cómo se canta, sino, las cantaba ella y arreglado.

Lo más sorprendente

Stefano, el acróbata que cerró el programa y puso en pie a público y jurado. Ya es el favorito de un Rafa Méndez entregado, que alabó la dificultad del show presentado por el italiano, campeón del mundo en flagman, una versión masculina del pole dance que pocas veces se ha visto en televisión. Porque de eso se trata, no solo tener al presentador/a adecuado y a un buen tándem de jurado, sino de un casting sorprendente, que se note que se lo ha currado y que son dignos merecedores de los 30.000 euros. Ahora solo falta ver las audiencias, aunque el termómetro de las redes no le parezcan muy favorables.