Se acerca una de las fechas marcadas en rojo en el calendario de los eurofans, que no pueden contener más las ganas de disfrutar de un espectáculo que va mucho más allá de la música. La final de Eurovisión 2022 se celebrará el próximo sábado 14 de mayo, pero unos días antes los espectadores podrán ir calentando motores con las semifinales, que serán el martes 10 y el jueves 12 de mayo.

Tanto las semifinales como la final arrancarán a las 21:00 horas y podrán durar hasta pasada la 1:00 de la madrugada. Como es habitual, España, junto con Alemania, Francia, Reino Unido e Italia, no tendrá que participar en las semifinales, sino que pasará directamente a la final, debido a que es uno de los cinco mayores contribuyentes a la Unión Europea de Radiodifusión, sin la cual, la producción del certamen no sería posible.

En el momento en el que todas las miradas apunten al escenario del Pala Alpitour, en Turín, y se enciendan los focos, arrancará una 66ª edición de un festival en el que la música será un ingrediente más de un enorme show. Pantallas, hologramas, pirotecnia, coreografías, banderas, cámaras y un sinfín de elementos trabajarán al unísono para elaborar un espectáculo muy esperado a lo largo del año. Más aún tras dos años de pandemia.

Uno de los componentes más importantes que los profesionales cuidan hasta el más mínimo detalle es el vestuario. Y es que, toda actuación busca transmitir y hacer sentir emociones a todo espectador y para ello, el atuendo de cantantes, músicos y bailarines es algo muy pensado que contribuye a crear un ambiente mágico que envuelva al público.

Tal es la importancia del estilismo en Eurovisión que, a lo largo de su historia, el festival ha sido una máquina de generar ‘looks’ inolvidables. El estilismo de ABBA, las plumas de Dana International, el recordado vestido color champán de Conchita Wurst, el mono de flecos de Salomé o los famosos agujeros del vestido de Karina pasaron a formar parte de la historia del certamen.

ABBA, en 1974. Archivo

Pero en Eurovisión también hay sitio para lo más estrafalario y no es fácil olvidar algunos estilismos como el de Vilija Matačiūnaitė, representante de Lituania que combinó un traje a lo Lara Croft con una falda de ballet; el Corset, las plumas, cadenas, guantes y botas con pelitos que exhibieron las griegas de Nonstop o el apagado vestido de Bárbara Dex, que ganó el premio a la peor vestida en 1993.

Vilija Matačiūnaitė, en 2014. Eurovisión

El mejor ‘look' de la historia de Eurovisión

No cabe duda que resulta muy complicado elegir el mejor vestido de la historia de un certamen con tantas actuaciones en las que se han visto diseños de todo tipo. Sin embargo, en España hay uno que es considerado el mejor, tanto por su estética, como por lo que representaba y lo que consiguió.

Hablamos del vestido con el que Massiel convirtió a España ganadora de Eurovisión en 1968. La famosa canción ‘La, la, la,’ enamoró a Europa y la cantante madrileña se convirtió en la primera española en conquistar el famosos festival.

El vestido transmitía el aire que se respiraba en las calles en aquella época de finales de los sesenta. Una atmósfera rupturista, en la que se luchaba por romper tabúes y combatir el puritanismo. Ese ambiente de cambio y liberación de la mujer se trasladó a los armarios, creando una brecha considerable entre la moda joven y la adulta.

Toda esa esencia la trasladó una joven Massiel de 29 años al escenario de Eurovisión con un vestido minifaldero blanco de campana con un estampado de margaritas rosas. La prenda, firmada por el francés André Courrèges, llevaba un pequeño cuello en blanco y un bajo con volantes que daban al vestuario un aire desenfadado a la vez que elegante. Sin duda, el ‘look’ escogido por Massiel, que lo compró con una amiga en París por unas 50.000 pesetas (300 euros), iba completamente acorde con lo que transmitía la canción.