En un pequeño pueblo de Pensilvania aparece el cadáver de una adolescente asesinada. El cuerpo, como marca la tradición en el género, se encuentra junto a un río y al lado de un bosque. La lista de sospechosos es larga y Kate Winslet interpreta a la policía que debe investigar el crimen, Mare Sheenan, un personaje marcado por el síndrome del perdedor. Puede que hayamos visto ya unas cuantas veces la historia que nos cuenta Mare of Easttown, pero está tan bien contada que no nos importa hacer la vista gorda. ¿Cuántas veces nos habremos enfrentado en otras series a esos misterios que giran en torno al asesinato de una joven adolescente en uno de esos pueblos en los que nunca pasa nada?, ¿y que ese crimen saque a la luz lo peor de esa pequeña comunidad? Es una situación que habremos visto unas cuantas veces desde que David Lynch nos enganchó a todos al televisor hace 31 años con la muerte de Laura Palmer, cuyo cuerpo apareció envuelto flotando en el río envuelto un plástico y revolucionando a la población de Twin Peaks. Mare of Easttown nos lleva a la investigación de otro brutal asesinato en la América profunda. Aunque aquí no veremos nada del surrealismo de Lynch. El tono es al más puro estilo True Detective o algunos de esos thrillers británicos que han creado un género propio en la televisión. Kate Winslet es la protagonista absoluta de esta miniserie policíaca de misterio, en el papel de la detective encargada del caso y con una imagen muy alejada del glamour de Titanic, la película que la lanzó al estrellato. Un papel con el que poder exhibir sus dotes interpretativas y optar a algún nuevo galardón para sus vitrinas. Diez años después de ganar el Emmy a la mejor actriz por Mildred Pierce, Winslet vuelve a la televisión y a HBO. (Por cierto, otro de los actores de aquella serie, Guy Pierce, también está en el reparto de ésta).

La cualidad de perdedora de la detective que interpreta no es atribuible solo a ella, sino más bien a muchos de los habitantes de ese lugar de mala muerte. Un sitio en el que nadie parece ser feliz. Con demasiadas madres adolescentes que se quedaron embarazadas sin acabar los estudios, mucha droga circulando por las calles y una violencia contenida que siempre puede estallar en cualquier momento. Como en la película La jauría humana de Arthur Penn, son este tipo de sucesos los que pueden sacar lo peor de cada uno de nosotros. Ese pequeño pueblo se convierte en un personaje más de la trama. No hay que olvidar que en las elecciones estadounidenses de 2016, Pennsylvania fue el estado que dio a Donald Trump la llave de la Casa Blanca y era un feudo que daba por seguro. Por eso fue uno de los lugares por donde más peleó por el escrutinio del voto por correo. A la Winslett le ha tocado vivir en un lugar para el que muchos podría ser el culo del mundo. Ella no ha ido allí a ocultarse de nada, es que siempre ha sido su hogar. Posiblemente en otro destino, sus dotes detectivescas estarían mejor aprovechadas, pero parece como si se escondiera del mundo y no quisiera vivir en ningún otro lugar.

Una de las pocas cosas importantes ocurridas en la historia de la localidad fue el día en que la hoy detective, en sus tiempos de adolescente, contribuyó a que el equipo de baloncesto del instituto ganara un torneo de baloncesto encestando en el último momento. Acontecimiento que se sigue recordando años después cómo una gran hazaña. Quizá ese hecho la marcó como una heroína local y fue lo que determinó que quisiera hacerse policía, además de la consabida tradición familiar. Una visible cojera nos hace olvidar que hubo un tiempo en que hacía gala de sus actividades deportivas. Pese a ser un pilar de la comunidad, la detective no es una persona perfecta, ni en lo personal, ni en lo profesional y muchas veces es capaz de cometer sus propios errores. No es uno de esos personajes infalibles que siempre tiene la respuesta para todo, aunque sus dotes deductivas sí que están muy por encima del de muchos de sus palurdos compañeros y vecinos. De aspecto desaliñado, con un pelo que parece no haber pasado por las manos de un peluquero en meses, y un carácter de mil demonios que no la harían merecedora de ser la relaciones públicas de la comisaría y siempre vapeando mientras trata de pensar, su cinismo y su apatía son una coraza ante los numerosos problemas personales que están causando que su vida se desmorone. En su interior arrastra sus propios demonios, como un divorcio que se hace más cuesta arriba de lo que parecía, un hijo que se suicidó y otra hija adolescente empeñada eternamente en declararle la guerra. Una de sus mejores amigas la recrimina el que no haya podido encontrar a su hija desaparecida hace más de un año. Este nuevo asesinato ha tenido que llegar para removerlo y emponzoñarlo todo. A estas alturas, no sabemos si estos dos casos estarán conectados.

El hecho de que el crimen se haya cometido en uno de esos pueblos pequeños donde se conoce todo el mundo contribuye a dar un toque opresivo a la investigación, ya que siempre habrá un sospechoso o algún testigo que guarde gran proximidad con la detective. Interrogar a alguien le puede granjear la enemistad de las personas de su entorno. Vecinos, amigos e incluso familia. Las pistas hasta ahora han llevado a que en su camino se crucen su primo, su exmarido incluso su propia hija. El primer episodio tuvo un desarrollo demasiado lento, pero ha sido a partir del segundo cuando la serie ha empezado a coger fuelle y a ir ganando en intensidad dramática. En un lugar donde todos son tan infelices, un suceso tan dramático como éste contribuye a poner toda esa desdicha en una olla a presión al fuego y cerrar la válvula. Todo esto tendrá que estallar por algún lado. Uno de los alicientes de la trama es ir descubriendo esas pequeñas grandes tragedias que soportan en silencio cada uno de sus personajes.

El personaje de Evan Peters, intérprete habitual en las series de Ryan Murphy, es el contrapunto del de Winslet en las tareas de investigación. Es el policía que han mandado de fuera para ayudar en las pesquisas y a quien ella al principio ve cómo una amenaza. Pero ya les hemos visto congeniar y complementarse a la hora de los interrogatorios. Otro de los grandes secundarios de esta serie es el personaje interpretado por Jean Marsh, como la madre de la protagonista, siempre con la palabra justa en la boca para machacar psicológicamente a su hija. La veterana actriz ya se dejó caer por HBO con otro gran papel en Watchmen. Es de esperar que nos tenga reservados nuevos momentazos de aquí a que termine la trama.

Con esta miniserie de ocho episodios, HBO empieza a recuperar el fuelle perdido este año, junto con otros estrenos potentes más, después de los meses de parón de rodajes que supuso la pandemia. Mare of Easttown es uno de estos misterios que nos invitan a sentarnos frente al televisor semana a semana para ver con qué nuevo giro nos sorprenden. Un título con el que la platoforma pretende dejar atrás el mal sabor que algunos les dejó The Undoing. Todos los episodios están dirigidos por Craig Zobel, veterano realizador de la cadena que ha estado tras las cámaras de algunos de los episodios de sus títulos más prestigiosos, como Westworld y The Leftovers. Uno de sus grandes méritos es coger piezas que hemos visto en mil títulos hasta ahora, con los que está consiguiendo armar otros rompecabezas cuyo dibujo nos ofrece algo totalmente nuevo y del que, a semanas del final, todavía no podemos vislumbrar cómo quedará.