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Tómatelo en serie

'Peaky Blinders' (sexta temporada): adiós a unos navajeros de culto

La saga criminal se despide, hasta un futuro 'spin-off' cinematográfico, con una sexta y última temporada que Netflix estrena el viernes

Cillian Murphy (Tommy Shelby) en la temporada final de ’Peaky Blinders’.

En uno de los mejores momentos de la comedia indie 'Cima a la amistad', Suzi (Talia Balsam) pregunta a su antiguo yerno, el ahora viudo Mike (Michael Angelo Jovino): "¿Cómo lo llevas?". "Genial", contesta él. "¿Sí?". "Sí". "¿Qué es genial?". "'Peaky Blinders'. Mola mucho". "Ah, vale. ¿Qué más? Aparte de 'Peaky Blinders'". "Nada más".

Y el pobre Mike está en lo cierto: 'Peaky Blinders' mola mucho. No solo él, sino millones de fans alrededor del mundo, han abrazado la creación de Steven Knight ('Promesas del este') como un buen motivo para despertarse día a día. Lo tiene todo: personajes y sentimientos más grandes que la vida, 'cliffhangers' de vértigo, violencia estilizada o una banda sonora rock de impacto. Aunque Knight la define como historia de la Gran Bretaña de entreguerras, no es tanto un drama histórico preciso como una reelaboración libre de una mitología que marcó al creador en su infancia.

Nos referimos a los verdaderos maleantes del título, activos en Birmingham entre finales del XIX, principios del XX y llamados así ('Viseras afiladas'), según cierto folclore, porque cosían cuchillas de afeitar a sus gorras para cegar a sus enemigos en un improviso. En la visión de Knight, el líder de los Peaky es el 'entrepreneur' sin escrúpulos y luego parlamentario socialista Tommy Shelby (Cillian Murphy), seguido de cerca por sus hermanos Arthur (Paul Anderson) y John (Joe Cole, que dejó la serie, en parte, por tratarse del 'show de Cillian').

Colección de enemigos 

Antiguo sargento mayor condecorado, Tommy lleva cinco temporadas caminando en zigzag (palizas, cortes, tiroteos y asesinatos por medio) hacia una respetabilidad quizá inalcanzable. "He aprendido una cosa en estos días", decía en la tercera temporada en pleno ataque de ansiedad de clase. "Que esos cabrones, esos cabrones son peores que nosotros. Políticos, jueces de mierda, lores y damas. Son peores que nosotros. Y jamás nos recibirán en sus palacios".

Aunque no parece haber datos fiables sobre la etnia de los Peaky Blinders, Knight presenta a una familia de clase obrera con sangre de nómadas irlandeses y gitanos romanís. Esto no evita que se enfrenten a irlandeses (pro y antitratado de partición) o familias gitanas, entre una ristra de enemigos que incluye a aristócratas georgianos, la banda escocesa de los Billy Boys o líderes del fascismo de entreguerras.

Primeros capítulos sin Pol

Al final de la quinta temporada, el magnicidio contra Oswald Mosley (Sam Claflin) no acababa de consumarse y Tommy no se lo tomaba demasiado bien: lo dejamos inmerso en la niebla (literal y psicológica), a punto quizá de volarse los sesos. Al principio de la sexta y última, que Netflix estrena el viernes, día 10, nos reencontramos con él en ese mismo punto. De momento, vivirá. Arthur quitó las balas de la pistola. Y tirado en el barro, Tommy escucha a su esposa Lizzie (Natasha O'Keefe) recriminarle que pensara abandonar a los suyos sin decir adiós. Las mujeres de la serie, de Lizzie a la hermana comunista Ada (Sophie Rundle), son quienes ponen el sentido común. Reinaba sobre todas ellas la Tía Polly (Helen McCrory), responsable de la tesorería y de asuntos del corazón. Estos episodios son los primeros sin McCrory, fallecida de cáncer en abril de 2021, antes de que empezara el rodaje. 

La opinión de Polly sigue pesando sobre Tommy en la que debería ser su última operación. En 1933, en los estertores de la prohibición, visita la Isla de Miquelón para hacer una propuesta a su primo Michael (Finn Cole) y sus colegas de la mafia irlandesa de Boston. Su idea es usar la infraestructura del antiguo contrabando de alcohol para traficar en Norteamérica con el opio que sacaron a las Tríadas; algo que requerirá del permiso de Jack Nelson, tío de Gina (Anya Taylor-Joy), esposa de Michael. Siguen traiciones consanguíneas, 'flappers' desafiantes (la citada Gina), múltiples jugadas de ajedrez criminal o aparentes maldiciones gitanas, todo ello capturado por el director Anthony Byrne con un renovado y depurado ímpetu cinematográfico, todo lirismo turbio.

Qué vendrá después 

Según ha explicado Sophie Rundle en RadioTimes.com, el final de la serie no es "limpio y claro" y mantiene "vivo el mundo". Lo que en principio iba a ser, como decíamos, historia semisecreta de entreguerras, acabará llegando al cine para contar "una historia no contada de la Segunda Guerra Mundial", según ha explicado Knight. Y se planea ir incluso más allá de ese conflicto en futuros 'spin-offs'. La sexta temporada es solo, avisa el creador, "el fin del principio". 

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