Una mantis religiosa, solitaria y caníbal, sirvió de inspiración al actor grancanario Enrique Alcides para dar vida a Fadi, el perverso y oscuro malo de la segunda temporada de la serie 'Hierro' (Movistar+), un personaje que, sin embargo, ha dado mucha luz a la vida del actor, que lleva décadas luchando por vivir de la actuación.

Más de 25 años en los que ha habido cine ('Piedras', 'Finisterre', 'Sagitario'), televisión ('El ministerio del tiempo', 'Cuéntame cómo pasó', 'Hospital central') y teatro, además de otros trabajos de supervivencia, fuera del gremio y que, según cuenta a Efe en una entrevista, han estado llenos de subidas y bajadas "muy profundas", que siempre ha logrado remontar.

Hoy en día, Alcides (Las Palmas de Gran Canaria, 1982) espera que su paso por la exitosa serie de los hermanos Coira le traiga nuevos proyectos, en esta época dorada para las producciones audiovisuales hechas en España.

¿Qué ha supuesto para usted interpretar a Fadi Najjar, el malo malísimo de esta temporada?

Ha sido un regalo completamente inesperado, la verdad. Yo esperaba que me llamaran para una cosa más pequeña y de repente cuando leí el papel me pasé mucho tiempo dando las gracias. Y preparándolo, porque está muy alejado de mí. Aunque he interpretado otros malos, este tiene unas particularidades que quería hacerlas orgánicas, interiorizarlas, y que no quedara un malo postizo.

¿Cómo describiría a Fadi y en quién se inspiró para crear tanta maldad?

Fadi encarna el mal de verdad. Es un tipo que no tiene empatía, lo cual es un peligro porque puedes resultar un psicópata. Para mí se queda en un paso antes, es un sociópata y realmente es malo per se (…). Estuve un tiempo investigando sobre personajes históricos que han perpetrado grandes matanzas y barbaridades y viendo docuficciones sobre asesinatos múltiples (…). Pero este requería algo más y al final decidí visualizar unos cuantos documentales sobre mantis religiosas y quise hacer físicamente una mantis religiosa, que tiene una cabeza tan especial, tridimensional, es como un extraterrestre en la tierra, la fisionomía y la manera de andar… Es lo que he querido llevar a la corporalidad de Fadi.

¿Qué le ha traído la serie a nivel profesional, han surgido nuevos trabajos?

Todavía no porque se está empezando a ver, pero espero que sí (...). Lo que me ha traído es conocer a un equipo humano y profesional impresionante. Me llevo los amigos, los contactos profesionales y espero que trabajo, a raíz de que se vea y que guste.

¿Qué tiene 'Hierro' para ser considerada como una de las series mejor hechas de los últimos tiempos?

Es el cóctel perfecto. Tiene el sello de autor porque es una historia familiar. Los hermanos Coira llevan muchos años preparándola en familia, con mucho mimo y mucho trabajo. Buscaban un lugar con una idiosincrasia muy particular y no pararon de viajar hasta que dieron con el Hierro.

Cuando echa la vista atrás y piensa en su carrera, ¿qué ve?

No soy mucho de echar la vista atrás. Hace dos años justamente alguien me felicitó efusivamente y yo no sabía por qué. Y fue porque estaba cumpliendo 25 años en la profesión y él lo sabía mejor que yo, que no cuento. Y ahí sí hice una pequeña retrospectiva y dije 'vaya arco y vaya viajazo'. He rodado en Finlandia, he rodado en Polonia… si tengo que hacer balance, realmente hay más picos y más olas que en la pandemia.

¿Ha habido momentos complicados?

Ha habido momentos de parones muy, muy duros, de no tener absolutamente nada. Había un fenómeno muy perverso en la industria. Yo siempre he estado dispuesto a hacer personajes secundarios pero se les metió en la cabeza a los que decidían quién sí y quién no, que debía hacer papeles de protagonista. Y no había tantos. Intentar trabajar en otros lugares también me costaba, porque me reconocían (...) estabas en un limbo muy extraño y hubo momentos en los que te quedabas sin ahorros. La incertidumbre está muy bien porque te achucha y te hace estar alerta, pero no es necesaria la precariedad.

¿Y cómo ha logrado salir adelante, a qué se agarró en esos momentos?

Me considero perseverante, muy optimista y siempre veo el lado luminoso de la vida. En esos momentos, nunca he terminado de perder la esperanza. Tengo mucha ilusión y si tengo que desear algo a la vida es que no me quite nunca las ganas, la ilusión y la cabezonería, que es lo que me ha hecho seguir vivo, también en la profesión. Y espero estar siempre con las ganas, hasta el final.