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Juegos Olímpicos

Luis Doreste conoce el camino

El regatista fue el primer canario en lograr una medalla de oro y es el único que tiene dos

Luis Doreste, en las instalaciones del Real Club Naútico de Gran Canaria. EFE

La Bahía de Los Ángeles pone el punto de partida a un libro escrito con letras doradas. A estos Juegos Olímpicos acudió Luis Doreste con su compañero lanzaroteño Roberto Molina. Allí ambos se alzaron con el metal dorado en la clase 470, al borde de la embarcación Sancocho, en honor a su tierra. Los primeros Juegos siempre son los más especiales, sobre todo si se alcanza un hito como el de ellos. Momentos imborrables que acompañan para toda la vida. "Fue muy especial. Ese era el sueño de cualquiera y nosotros lo logramos. Llevábamos cuatro años trabajando en Europeos y Mundiales, trabajando con la vista puesta en los Juegos. Nosotros teníamos más expectativas de lo que se hablaba en la prensa, pero fuimos los tapados", indica. Hasta ese momento la delegación española solo había logrados tres oros y se convirtieron en los primeros canarios en lograrlo.

Más allá de la competición y el resultado cosechado, algo que siempre recuerdan los deportistas es la ceremonia de inauguración. "Fue impactante el estar rodeado de grandes deportistas, tener al lado a Carl Lewis, por ejemplo". En el caso de Los Ángeles, los regatistas también compartieron villa olímpica con el resto de la expedición española a diferencia de otros años. "Fue muy especial, teníamos muchas facilidades y estábamos muy concentrados en la competición", comenta. La vida en la villa es tan diferente como las aspiraciones que tengan los deportistas para la competición.

De Los Ángeles y tras saborear las mieles del éxito puso rumbo a Seúl, que fueron a nivel de resultado sus peores Juegos Olímpicos. "Fueron los que peor sabor de boca me dejaron, pero con el triunfo y la medalla de mi hermano, José Luis, se olvidó", añade. Tras la decepción de Seúl, en Barcelona cambió de clase y compitió en flying dutchman.

Juegos de Barcelona 92'

Aquí llegó su revancha, en casa y ante su gente. Para todos los españoles fueron unos Juegos especiales en todos los sentidos por lo que supusieron, tanto deportiva como socialmente. Unos Juegos en casa sobre los que Luis Doreste señala que "a diferencia de los anteriores, a éstos íbamos con más presión".

Acudir como favoritos a una competición de este nivel siempre entraña una gran responsabilidad y más cuando un día antes de la ceremonia de inauguración le comunicaron que realizaría el juramento olímpico. "Fue un orgullo. Me lo comunicaron el día antes, pero el barco no nos funcionaba y estábamos cambiando algunas cosas. Por eso no le presté mucha atención, me lo leí un par de veces, creía que ya me lo había aprendido y seguí a lo mío. El día de la inauguración, cuando iba para el Estadio, me empecé a poner nervioso, y al final me quedé en blanco. Llevaba una pequeña chuleta, por suerte pude mirarla y continuar", recuerda Luis Doreste, en una de las situaciones más embarazosas dentro del regalo que significa vivir cuatro Juegos Olímpicos.

A pesar de la presión y de un inicio titubeante, Luis Doreste y su tripulante, el también grancanario Domingo Manrique, alcanzaron la medalla de oro. "Teníamos que ganar un metal y tuvimos un comienzo un poco malo, pero después todo salió bien. El trabajo tuvo sus frutos", narra. En Barcelona, el puerto olímpico estaba al lado de la Villa, pero con la meta y el objetivo de conseguir la medalla Luis decidió mantenerse alejado de ese ambiente "para poder descansar bien". "Yo en esa época vivía en Barcelona y durante el día estaba en la villa e iba a comer allí, pero por las noches me iba a casa a dormir", cuenta. Todos esos sacrificios que realizó se canjearon con la segunda medalla de oro que sumó a su palmarés.

Tres participaciones y dos medallas de oro: ese era el balance de Luis Doreste hasta que llegó Atlanta 96'. En estos nuevos Juegos Olímpicos Luis Doreste se convirtió en el abanderado español. "La situación fue muy distinta, era más festiva y no tenía tanta responsabilidad. La función era llevar la bandera y animar a los compañeros". A diferencia de los dos Juegos Olímpicos anteriores "en cuanto a resultados no fueron los mismos, ni tampoco los esperados". Y aquí finalizó su experiencia olímpica.

Evolución de la vela

Con el paso de los años todos los deportes han ido cambiando y con ellos la vela. "El deporte se ha profesionalizado. Antes debías tener otra profesión y compaginarla con el deporte. Es decir, lo que antes se consideraba un deporte ahora se ha convertido en una forma de vida", explica. En su edad juvenil era más habitual que los que destacaban en vela recibieran una beca para potenciar sus cualidades. "En mi caso, en 1979 terminé bachillerato y me dieron una beca para irme a Barcelona a estudiar una carrera y competir en vela", expone. Así fue como cinco años después Luis Doreste era informático y cosechaba su primera medalla de oro en unos Juegos Olímpicos. Disciplina y constancia eran los ingredientes principales.

La profesionalización de un deporte como la vela ha conllevado un cambio en los valores tradicionales. Donde antes había colaboración ahora hay confrontación. Es lo que afirma Luis Doreste: "Antes había más compañerismo entre todos y ahora lo que hay es competitividad". Él vivió una de las mejores épocas de un deporte minoritario como la vela a nivel de resultados. Luis Doreste también valora los Juegos de Río y esa bahía que conoce tras haber navegado en otras ocasiones: "Parece que han comenzado con el pie torcido. En la bahía de Río, en la que he navegado en otras ocasiones, había contaminación pero parece que ahora ha aumentado. Esperemos que no llegue a niveles de insalubridad. Han existido casos en los que hay personas que han tenido que ser hospitalizadas", valora Luis Doreste. Pero como siempre hay luz al final del túnel. "Estoy seguro de que todo saldrá bien", concluye.

Un afortunado que tuvo la suerte de vivir y disfrutar cuatro Juegos, alzándose con dos medallas de oro un logro al alcance de muy pocos. Luis Doreste lleva grabado a fuego en la mente y en el corazón este "regalo" que la vida le dio.

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