La España campeona de Europa y doble subcampeona olímpica está al filo del abismo en Río. Han bastado dos partidos ante rivales menores para desinflar el globo con el que la 'Roja' del básket aterrizó en Brasil. España volvió a perder, ahora contra la anfitriona, jugó peor incluso que en el estreno contra Croacia y queda al borde de un fracaso de dimensiones siderales. Y es que hemos pasado de preguntar a qué día y a qué hora es la final contra EEUU a somatizar que a lo mejor los cuartos de final son un inminente fin de ciclo.

Vale que España no está para exhibiciones. Lo sabíamos después de ver sus amistosos de preparación. Lo que es una sorpresa es que en el '12' de Sergio Scariolo haya tan poca gente capaz de sumar. Con tanto NBA pasado, presente y futuro en la selección nacional, da que pensar la imagen del equipo: desconectado, sin chispa, sin ideas, perdido y triste, muy triste. Ver resoplar a Rudy, ver fallar 7 de 12 tiros libres a Gasol o ver las caras de los jugadores en cada primer plano de la tele son imágenes que invitan al sufrimiento a quienes hemos alucinado con esta generación tantos años ganando, disfrutando y sonriendo sobre el parqué.

Scariolo tiene un serio problema en su dirección porque hay seis para jugar y seis para que no jueguen. El quinteto en pista Chacho-Llull-Rudy-Mirotic-Gasol es, cuanto menos, competitivo. Felipe Reyes es el sexto hombre capaz de mantener el nivel. Pero a partir de ahí... no hay nada. Pero nada de nada.

Ricky Rubio no está para jugar a este nivel en este momento. ¿Por qué? No lo sé. Pero no puede dirigir al equipo y se ha visto en estos dos primeros partidos. Siempre digo que Navarro sería el mejor jugador español de todos los tiempos si los padres de Gasol no se hubieran conocido nunca, pero tampoco está ahora mismo para esto. Ni genera para los demás ni mete. Y si la 'Bomba' no mete, su presencia es prescindible. Claver, más de lo mismo. Y Hernangómez, Abrines y Calderón parecen haber viajado a Río como meros acompañantes de los demás.

El equipo queda muy tocado con este 0-2 en la clasificación, pero no hundido. A este grupo le avala -todavía- el gen ganador que le ha llevado sistemáticamente a subir casi siempre al podio en esta última década. Ése es el clavo al que hay que agarrarse en días como hoy. Una pocha esta noche en la habitación de Pau, una charlita mañana del coach en el hotel y una conjura colectiva liderada por Navarro o Calderón -que para eso sí que están- es lo único que puede devolver la sonrisa a España. Ojalá.