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Gimnasia artística

El diván de Simone Biles

El abandono de la gran estrella de Estados Unidos por sus problemas de ansiedad agita los Juegos | Las especialistas Raquel Oliva y Silvia O’Shanahan analizan un adiós histórico

La tetracampeona olímpica Simone Arianne Biles saluda a las fotógrafos en el Gimnasio Metropolitano de Tokio. | | EUROPA PRESS

El laberinto de la mente. Tokio es un diván. Los demonios de Simone Biles se han convertido en el acontecimiento de los Juegos. La carga didáctica es tremenda. La problemática de la ansiedad de la tetracampeona olímpica y pentacampeona del mundo de gimnasia artística forzó el adiós precipitado del rostro icónico de la cita nipona. «Debo centrarme en mi salud mental. Desde que entro al tapiz, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza», detalló a la prensa minutos después de colgarse la medalla plata de una prueba que ganó el Comité Olímpico Ruso (ROC). La reina solo pudo participar en una rotación -la del salto- y ha generado un cisma sin precedentes.

Raquel Oliva, reconocida figura de la psicología deportiva en el Archipiélago, advierte que el capítulo está vinculado «a una generación de deportistas».«No es la primera vez que habla de la presión. Biles adolece del síndrome TDH [Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad] y presenta complicaciones a la hora de gestionar esos niveles de presión. Se nos presenta todo un movimiento y un tema de enorme interés. La tenista Naomí Osaka [eliminada y el gran atractivo de la organización] lo relata en su documental en Netflix. Interaccionan por las redes con millones de fans y no pueden ante la presión de la prensa. El miedo a fallarles...Se cura con un trabajo mental específico».

Oliva, que ha trabajado con olímpicos, futbolistas, regatistas así como con equipos de élite, va más allá. El ‘caso Biles’ es solo la punta del iceberg.Mujeres, rostros de multinacionales y obligadas a latir como heroínas. «Somos más emocionales que los hombres. Tengo la sensación de que veremos más casos. Biles, Osaka...Detrás de cada deportista hay una historia escondida y a veces dolorosa si ampliamos la lente en lo referente a esta gimnasta de 24 años. La liturgia de esta disciplina, sola ante todo. La cabeza ‘peta’. No marca un antes y un después, es el relato del miedo a fallar».

Para Silvia O’Shanahan, especialista en la labor psicológica con clubes de baloncesto como el Gran Canaria y el SPAR, hemos asistido a una «rotura de fibras emocionales». «Lo defino como la ‘influencia de la expectativa’. El problema radica cuando el listón se eleva a un punto inalcanzable. Estaba cargando con la responsabilidad de contentar a todo un país [Estados Unidos], a los JJOO...Es una lesión. No todo pasa por fracturarte una articulación, en el caso de esta supercompetidora, ya no disfruta. Tenemos los precedentes de Badosa en el tenis, Andrés Iniesta en 2009. La competición le persigue como un oso».

Lejos de tratarla como derrotada o una figura herida, para O’Shanahan eleva a Biles como campeona de la «humildad». «Ganó el oro más terrenal posible, ha dado una lección al planeta. Es el mayor acto de honestidad que se recuerda en la alta competición. Ha hecho historia. Conforma el mejor ejemplo de humildad. Reconocer su vulnerabilidad ha sido un gesto de enorme valentía ante el mundo».

En un pabellón vacío, bajo la mirada inquisidora de un planeta sediento de iconos, llegó un adiós para la reflexión. Tokio perdió a su cromo de Michael Jordan. «Hay que normalizar el trabajo mental», inciden las especialistas. La gloria voló al diván. Los monstruos de Biles dejaron huérfanos a los Juegos. La cita de las mascarillas ha terminado transformándose en el evento de la ansiedad. Los héroes sufren, resbalan y se retiran por un problema de índole mental.

La figura del técnico psicólogo es el único atajo ante la urticaria al foco. Ansiedad, frustración, expectativas y un abismo llamado derrota. Las leyendas nunca fueron tan humandas como en Tokio.

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