Y de repente, cuando nadie podía imaginarlo, los Juegos de Tokio se volvieron apoteosis. La frontera entre la primera y la segunda semana marca un punto de inflexión en un evento que venía marcado por la pandemia, la ausencia de espectadores, las restricciones y el lastre de un comienzo gris. También para España, que de repente voló -como su más reciente medallista, Ana Peleteiro- hasta despertarse en el medallero y clavarse -como su acróbata Ray Zapata- en una posición de privilegio.

Fue un domingo memorable, lleno de fuertes y trepidantes emociones. Primero en el Ariake Gimnastics Center, donde un deportista de origen dominicano y ADN conejero (creció en Lanzarote), mantuvo en vilo a toda España con una actuación casi perfecta. Para todos, excepto para los jueces, que le privaron de saborear una puntuación por encima de 15, que es la frontera que en su deporte separa a los buenos de los mejores. Pareció injusto, más todavía cuando luego al gimnasta israelí le peritaron igual su ejercicio: 14,933. El vuelo de Zapata no bastó para el oro pero sí para igualar a puntos con el primer clasificado y llevarse una plata que también brilla.

"Sé que soy el mejor, con eso me sirve", declaró entre eufórico y emocionado en la zona mixta, entre una nube de micrófonos ante los que dedicó el plateado éxito a su entrenador y a su psicólogo. "Fue quien me amuebló la cabeza", dijo entre risas, luego de romperse entre lágrimas en el momento de saberse medallista.

La jornada dominical trajo más emociones fuertes en el Olímpico de Tokio, que vivió el mejor concurso de triple femenino que jamás haya tenido lugar en unos Juegos. De ahí que tenga todavía más mérito el salto a la gloria de Ana Peleteiro, que registró un reluciente récord nacional para alzarse con un bronce histórico. La gallega abre el camino para más alegrías en el deporte rey, donde aún esperan a su cita con el podio el vallista Orlando Ortega y los marchadores.

No fue una medalla, pero sí sonó como un estruendo el resultado del sorteo de baloncesto. Se avecina un España-Estados Unidos. Palabras mayores y el recuerdo de un partidazo como el que ambas selecciones brindaron en la final de Londres. Ahora el botín en litigio será más exiguo (el pase a semifinales), pero es que la selección se complicó mucho la vida en su derrota con Eslovenia, que cotiza al alza en las apuestas por el oro. Perdió el hockey, se quedó Joan Cardona sin asegurar su medalla en vela (hoy pueden caer dos y la suya espera el martes) y naufragó el único español que competía en hípica: fue el 48 de 48. Pero la jornada fue un festival de emociones y alegrías, confirmó que faltan por descorcharse más días inolvidables y reconcilió a España con la creencia de que aún se puede. Sí, aún se puede igualar el registro histórico de Barcelona. Para las 22 medallas, faltan 15. Pero las cuentas ya salen.