Hoy domingo, día 23 de diciembre, se cumplirán 200 años del nacimiento de San Antonio María Claret, canonizado por Pío XII el 7 de mayo de 1950 y proclamado compatrono de Canarias por el mismo Papa el 13 de abril de 1951, aunque pública y oficialmente lo fue cuando el obispo Pildain dio lectura al "Breve Apostólico" de la concesión pontificia en el acto solemne celebrado en la Catedral de Santa Ana el 13 de mayo de 1952.

Había sido unánime la respuesta que el pueblo grancanario hizo al artículo "¿El Padre Claret, compatrono de Canarias?" escrito por el sacerdote Joaquín Artiles en el periódico "Falange" el 9 de diciembre de 1950 donde afirmaba "después de la indiscutible primacía de Nuestra Señora la Virgen del Pino, ningún santo como el Padre Claret ha ganado a pulso el compatronazgo de la Diócesis de Canarias, al ser el único canonizado que ha recorrido nuestra Diócesis". A aquella llamada siguió la de la revista "Corazón de María" e inmediatamente comenzó la campaña a la que se unieron todas las parroquias, secundó la totalidad de los ayuntamientos de la Isla y terminó el 25 de marzo de 1951 con la petición oficial a la Santa Sede, firmada por el monseñor Pildain.

Vivimos y participamos personalmente los actos conmemorativos de la canonización del santo misionero en el Colegio Corazón de María y en el entorno parroquial, que irradiaron luego a cada uno de los pueblos de Gran Canaria y algunos de la isla de Lanzarote. Para los grancanarios el Padre Claret no es un santo más en el calendario litúrgico.

Es un santo nuestro, propio, que vivió, trabajó y evangelizó toda la Gran Canaria: su capital, barrios y pagos; Telde, Agüimes (donde la multitud que seguía sus predicaciones ya le llamaba San Antonio), Arucas (lugar de sus primeros milagros), Guía, Gáldar, Moya, Firgas, Teror, San Lorenzo, las Tirajana, Tejeda, Vega de Santa Brígida (aquí "el Padrito" realizó el milagro de salvar al niño Francisco Navarro Báez, que estuvo a punto de morir abrasado por el fuego y a quien de mayor se le conoció popularmente en toda la Vega del Centro como Navarrito el del Agua). También San Antonio María Claret recorrió parte de la isla de Lanzarote, donde misionó las localidades de la Villa de Teguise y Arrecife, y estuvo en Tenerife, aunque sólo de paso.

La extraordinaria labor misionera del Padre Claret en las Islas hizo que llegara a ser nominado para obispo de Canarias. El ministro de Gracia y Justicia, Lorenzo Arrazola, había ofrecido ir de arzobispo a Cuba, al prelado de Lérida, Costa y Borrás, pero éste declinó el ofrecimiento y sugirió el nombre de Buenaventura Codina al entender que para las iglesias de ultramar "el mejor prelado será el mejor misionero, y el obispo de Canarias, auxiliado del presbítero Claret, ha hecho cambiar el semblante de aquella isla".

La propuesta política era que Codina iría de arzobispo a Santiago de Cuba y el Padre Claret vendría de obispo a Canarias. Sin embargo, terciaron las gestiones del Nuncio y definitivamente Codina permaneció en Canarias y Claret asumió el arzobispado de Santiago de Cuba.

La veneración que los grancanarios sentimos por el Padre Claret exige que la conmemoración del 200 aniversario de su nacimiento tenga en la Diócesis la solemnidad que su compatronazgo entraña. Algo hay que hacer.