El doctor Nick Brooks, de la Universidad de Norwich, fue uno de los primeros en denunciarlo, pero no ha sido el único. Destacados arqueólogos y profesores universitarios de todo el mundo han puesto el grito en el cielo tras comprobar que soldados de la ONU se han dedicado en los últimos años a realizar pintadas y graffitis con sprays sobre paneles de grabados rupestres en cuevas repartidas por el Sahara Occidental.

Frases del tipo "El capitán Smith estuvo aquí" y otras similares junto a latas de cerveza abandonadas lucen desde hace un tiempo en paredes de cuevas donde antes sólo podían verse figuras de personas o que representaban animales pintados en el Paleolítico.

Uno de los lugares afectados es la Cueva del Diablo, una de las maravillas arqueológicas del Sahara, donde hay figuras humanas vestidas con túnicas decoradas de cerca de dos metros de altura, acompañadas por personajes de tamaño natural a ambos lados de la cueva y por hileras de gacelas que corren por toda la pared.

Este expolio, esta increíble falta de respeto al arte rupestre y a la historia de la Humanidad, sin embargo, no ha sorprendido en absoluto a muchos saharauis, que conocen bien las tropelías cometidas por los soldados de la Minurso en los últimos años. Alocadas carreras por pistas del desierto a bordo de los jeeps de la ONU, juergas privadas en los hoteles de la ciudad de El Aaiún y, sobre todo, nula capacidad para defender a la población civil saharaui ante la constante y violenta represión que se vive en los territorios ocupados por Marruecos han marcado para siempre la labor de unos soldados que pagamos todos y que deberían estar para algo más que para hacer turismo en el Sahara.

Hace tres años, en plena Intifada saharaui, un periodista canario intentó entrar en la sede de la Minurso en El Aaiún para que le dieran alguna razón oficial del desinterés ante los graves sucesos que se vivían en esta ciudad, con soldados marroquíes fuertemente armados interviniendo en manifestaciones civiles que clamaban por la independencia. En la misma puerta de la Minurso, vigilada por agentes marroquíes, el periodista fue detenido, trasladado a una comisaría e interrogado durante horas. Viva la ONU.