Desde el mismo Preámbulo de la Constitución Española se reconoce la voluntad de "consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la Ley". Y en el Título I se confirma que la dignidad de la persona es un derecho, de la misma manera que se garantizan el correspondiente al honor y la presunción de inocencia.

La dirección del PP en Baleares denunció, días atrás, que se había dado trato vejatorio e inhumano -con vulneración de los derechos fundamentales- a varios detenidos sobre los que cae la sospecha de beneficiarse del erario público. Se trata del caso de "Palma Arena" en el cual, supuestamente, se duplicó el presupuesto (es decir, cuarenta y tres millones de euros más) sin que avalaran documentos justificativos sobre el precio final del velódromo.

Los hechos son los siguientes: los señores Romero (publicista) y Durán, ex portavoz del Gobierno del PP en el Ayuntamiento de Palma de Mallorca, fueron conducidos a prestar declaración no individualmente, sino esposados al mismo grillete. Así, los brazos derechos de ambos están forzosamente unidos desde las muñecas, desorbitadamente enlazados, pues uno de ellos debe pasar el suyo por debajo del izquierdo del otro detenido, por más que no se trata de los condenados a galeras en un capítulo de El Quijote.

La señora Estarás, alto cargo del PP balear, afirma que el delegado del Gobierno (del PSOE) en aquella Comunidad le pidió disculpas "por el trato que se había dado a los detenidos". Estos, pocos días después, son puestos en libertad por el juez bajo fianzas de 25.000 y 15.000 euros, nimiedad de nimiedades (no para mí) ante otras impuestas por el mismo caso.

Yo supongo que esposar a un detenido obedece, exclusivamente, a la sospecha muy fundada de que podría emprender la huida o a que es agresivo. Por tanto, solo en esos casos justifico el esposamiento de alguien que -no lo olvidemos- no ha sido condenado. Debe, pues, obedecer a motivaciones de alta seguridad. Y en casos extremísimos -como insuficiente personal policíaco- acepto que vayan esposados por parejas, muñeca derecha de uno, izquierda del otro. Sin embargo, los dos detenidos de la foto van engarzados por las derechas. Esto lleva a la señora Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, a expresar en público su perplejidad: es "cosa que yo no he visto hacer jamás ni a los terroristas más peligrosos".

La cuestión es la siguiente: ¿por qué los llevaron de esa forzada manera? ¿Qué impidió los otros procedimientos? ¿Era necesaria la conducción de ambos detenidos esposados y, además, por las derechas, lo cual impide la marcha normal toda vez que ambos han de llevar sus cuerpos físicamente pegados para poder desplazarse?

El señor delegado del Gobierno pidió disculpas "por el trato". O, lo que es lo mismo, dio razones para que lo descargaran de una culpa que se produjo por una conducta, por un comportamiento, por una decisión que alguien tomó, no sé si con la orden del propio delegado o por su cuenta y riesgo. Porque lo indiscutible es que no se trata de un procedimiento normal el que comento.

En mi opinión, se produjo un exceso de poder -innecesario, además- por parte de quien autorizó las extremadas formas y, por eso, debe rendir cuentas éticas ante la sociedad democrática que, por Constitución, considera derecho fundamental la dignidad de las personas. Además, el señor juez puso en libertad a los detenidos con fianzas casi irrisorias para tratarse de ciudadanos sin apuros económicos.

No se puede argumentar para la justificación de tal proceder que se trata de un supuesto caso de aprovechamiento de las arcas públicas porque, a fin de cuentas, son sospechosos, no condenados. Son personas que tienen derecho a ser consideradas como inocentes mientras no se demuestre lo contrario. No sé si la conducción en aquellas especiales condiciones pudo atentar contra su honor, pero la verdad es que me gustaría saber qué opinarían quienes dieron la orden si ellos hubieran sido los detenidos. No, no me parece correcto por más que sea legal. Y, además, es impropio de un Gobierno socialista. Puede parecer, incluso, lo que no debe ser.

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