De niño tenía una visión falsa de la Antigüedad a través del llamado cine de romanos que sigue perdurando en el público de hoy. Espartaco, Ulises, Ben-Hur, Los últimos días de Pompeya, Helena de Troya, Cleopatra, La caída del Imperio Romano y Gladiator son algunas de las películas más conocidas. Pero la misión de esas películas no era enseñar historias basadas en meticulosos estudios sino entretener a un público que pedía historias de amor, grandes batallas y juegos del circo desarrollados en grandes espacios y con grandes masas. Esas películas tienen muchos errores de documentación y los vestuarios y la maquinaria de guerra son totalmente falsos.

Pero a pesar de sus habituales deformaciones, algunas de estas películas tienen un trasfondo de verdad que puede descubrirse acudiendo a las fuentes grecolatinas o arqueológicas.

El cineasta chileno Alejandro Amenábar ha estrenado recientemente la película Ágora, término griego que designaba al centro cultural, comercial y político donde se celebraban las asambleas de ciudadanos en las ciudades estado griegas. Ágora ha sido rodada en la isla de Malta, en donde también se rodaron Gladiator y Troya. La película recrea la vida y obra de Hipatía (en español siempre se ha dicho con acento en la i), una de las pocas mujeres científicas y eruditas de la Antigüedad.

No es casualidad que la crítica no haya sido benévola con la película. La actriz judía Rachel Weisz interpreta el papel de Hipatía pero le falta pasión para transmitir la emoción de la investigación científica. Para muchos, Amenábar ha hecho una película tendenciosa y crítica con el cristianismo y las religiones basándose en una exagerada mitificación que a lo largo de la historia ha sufrido la figura de Hipatía.

Hipatía fue una filósofa griega seguidora de Aristóteles y Platón que destacó en las matemáticas y en la astronomía. Hija y discípula del astrónomo Teón, es la primera mujer matemática de la Antigüedad de la que tenemos cierto conocimiento por referencias de sus coetáneos y discípulos, aunque no se conserva ninguna de sus obras.

Maestra de la escuela neoplatónica de Alejandría, en donde nació en el 355, educó a un selecto grupo de aristócratas cristianos y paganos. Murió brutalmente asesinada en el año 416 cuando tenía más de 60 años, en el marco de un episodio de hostilidad cristiana contra el paganismo y las luchas políticas entre distintas facciones de los primeros cristianos y el poder imperial de Roma. Algunos especulan como probable la implicación del obispo Cirilo en su muerte pero jamás lo sabremos ya que carece de todo rigor histórico.

Según ha comentado Amenábar, Ágora es el resultado de la fascinación que sintió por la astronomía al contemplar el cielo estrellado desde la cubierta de un crucero mientras estaba de vacaciones. Aunque contó con el asesoramiento de astrofísicos para los aspectos científicos del guión, la película tiene varias incorrecciones históricas como atribuir ficticiamente a Hipatía los avances alcanzados a lo largo de varios siglos (desde su propia época hasta la de Kepler) y su supuesta relación con la Biblioteca de Alejandría.

La gran biblioteca ptolemaica desapareció mucho antes por una sucesión interminable de ataques y asedios: el primero, la guerra de Julio César contra Egipto en el año 48 aC según cuenta Séneca, luego el saqueo de Aureliano en el año 271 y más tarde por Diocleciano en el 297 (estos dos últimos emperadores, famosos por sus persecuciones contra los cristianos). Es probable que Hipatía enseñara en su casa.

El neoplatonismo fue recuperado por el renacimiento cristiano, pero su exponente más brillante fue Agustín de Hipona (o San Agustín) que casualmente era coetáneo de Hipatía. La escuela neoplatónica alejandrina perduró hasta que la ciudad fue ocupada por los árabes en el siglo VII. Por mucho que le pese a Amenábar, el cristianismo no fue la causa de la caída del Imperio Romano ni de la desaparición de la sabiduría grecolatina, ni el mundo "cambió para siempre" después de Hipatía.

La película tiene una gran carga ideológica cuando al presentar la relación entre religión y ciencia las hace incompatibles. Amenábar es muy libre de ver la ciencia como la única manera válida de conocer el mundo, negando cualquier realidad que no pueda ser conmensurada y explicada en términos científicos. Pero ésa es su opinión, no la verdad. Buen día y hasta luego.