El resultado de un debate como el de anteanoche se puede medir en diversos planos: a) el de la consistencia interna y el poder de convicción de los argumentos; b) el de la opinión de los comentaristas que lo valoran y puntúan a los púgiles; c) el del resultado de las encuestas entre los espectadores del debate; d) el del reflejo de todo ello en la prensa de ayer. Puede un candidato ganar en un plano y perder en otros, ganar o perder en todos, etcétera. Lo que haya ocurrido en esos cuatro planos influirá ligeramente en la conciencia del votante, coloreando hacia el azul o el rojo la química de su cerebro. El mío tiene definido su color, pero he visto en los dos candidatos algo muy tranquilizador: humanidad, nobleza de intención, honradez. Que Rubalcaba me haya parecido más comprometido con la gente puede que proceda de la coloración de mi cerebro, y por tanto no vale como juicio.