Guillermo Reyes salpimentó ayer la tradicional rueda de prensa de los viernes de la alcaldesa de Telde ofreciendo una exclusiva mundial a los ocho periodistas que bostezaban en la sala: "Anoche nos robaron donde guardamos la comida que repartimos entre los más necesitados", vino a decir el primer teniente de alcalde y líder de Ciuca. Un par de cajas de leche y unos cuantos sobres de sopas, como hoy les detallamos en las páginas de Sucesos, conformaron el grueso de tan sabroso botín. El asalto a la Máquina del Azúcar -buen título para una película de acción- no viene más que a certificar la situación de penuria por la que están atravesando muchos grancanarios. Lo más triste de todo este hecho no es el hurto en sí o que el inmueble, joya histórica y etnográfica de la ciudad, siga pendiente de reconversión en museo. Tampoco lo es el que al autor o autores del saqueo les invadiese un hambre atroz en plena madrugada y se jalasen unas cuantas galletas, cual Triqui, en la mismita escena del crimen. Lo realmente censurable son las dificultades por las que muchos teldenses están pasando mientras nadie ataca el problema de raíz y busca otras fórmulas que vayan más allá del pan para hoy y hambre para mañana...