Dice un presidente, sin señalar, porque señalar está feo, que "los que podemos tendremos que pagar más" para evitar que la sanidad canaria termine en fístula atlántica. Con este "los que podemos" el optimista presidente se incluye como rico, porque la cosa es "que los ricos" aflojen el pollo. Pero él no es rico. Un rico en condiciones es un finolis de Bentley Continental Supersports, que desayuna en el hotel Le Maurice de París donde ha llegado a bordo de un jet Gulfstream desde su aeropuerto particular de..., pongamos Firgas, y que luego poliniza como una frutita de aire sobre un colchón Hästens Sängar en el Sheraton de Bora-Bora. Ese sí que es un rico cojonudo, y no un señor que hace footing -los ricos no corren, excepto futbolistas-, y cobra un salario de no más de 100.000 euros como este presidente que les digo. Lo que ocurre es que el indígena de a ñoño cobra 1.000 yendo bien, o no cobra nada. Esta tonta diferencia permite que un apacible chó de..., pongamos El Sauzal, se vea de lujo.

De hecho, la revista Forbes no ha reportado de ningún rico que se haya hecho rico ordeñando vacas, pero sí de mucho individuo que ordeña vacas con tal de que le voten (y que luego termina rico).