Buenos días, esto es una encuesta. ¿Prestaría usted dinero a su cuñado para tapar las deudas de su negocio? Le leo las opciones. Una: claro que sí, con los ojos cerrados, la familia es la familia. Dos: Ni hablar, es un tarambana y se lo va a gastar en juergas. Tres: Se lo voy a prestar, voy a contratar un seguro de impago y voy a hundir su negocio para cobrar el seguro; luego me quedaré con su casa. Cuatro: le voy a pedir que me explique muy bien la situación del negocio, y antes de meter dinero voy a meter la nariz para obligarle a hacer las cosas bien.

Este es el panorama con lo de Europa y la deuda. La primera opción, la familia es la familia, es la que defendemos ingenuamente desde la periferia: tienen que ayudarnos porque somos europeos. La segunda es la que subscriben amplios sectores de opinión pública y publicada en las economías del norte: los periféricos no tenemos remedio. La tercera simboliza a los especuladores que intentan sacar tajada enloqueciendo el mercado. La cuarta, la de "quiero controlar", se acerca a la posición de Angela Merkel, también llamada Angela Bismark Thatcher. Como principal contribuyente dice tener derecho a imponer las reglas, y estas pasan por hacer las cosas a la manera alemana: austeridad, contención, trabajo duro, déficit cero. A ellos les ha funcionado, ¿no? Las instituciones de la eurozona acatan, y el diario nacional-sensacionalista Bild titula: "Europa habla alemán". Pero solo sabe una frase: "Hacer los deberes".

"¡Pero si ya los hacemos!", clama Rajoy como clamaba Zapatero, y sin embargo la prima de riesgo sigue en órbita. ¿De verdad los hacemos? A golpe de recortes y subiendo tasas podemos reducir el déficit público, pero la incógnita sobre la porquería financiera por aflorar y unos sectores productivos que no saben crear empleo hacen dudar a cualquiera de la fiabilidad de nuestra deuda privada, que acabará repercutiendo en la pública vía rescates bancarios. ¿O no se acaba de intervenir otro banco contaminado por la burbuja inmobiliaria? Con todo esto en la mochila, no vale decir que se están haciendo los deberes.

Pero a la Merkel su propio banco central le acaba de bajar la previsión de crecimiento para 2012, que no llegará al uno por ciento. ¿Qué es lo que falla en su ortodoxia? ¿Acaso sus reglas están matando de anemia a sus vecinos, que resultan ser también sus clientes? La ventaja de ejercer de inquisidor es que uno se puede absolver a sí mismo.