Lo mejor para el PSOE de la derrota del 20-N es que ha sido estrepitosa. Una derrota a medias, un salvar los muebles, un aterrizaje suave hubieran sido a largo plazo una catástrofe, pues la capacidad de los aparatos para disimular un descalabro y convertirlo en traspié puede ser infinita.

En un tiempo como el presente, signado por cambios que pueden afectar al modelo de sociedad y provocar una fuerte reestructuración social, resulta más necesario que nunca un partido que represente lo que el Partido Socialista ha venido representando a lo largo de su historia, pero para cumplir ese papel las ideas deben formar parte de su núcleo como partido y la formación de la conciencia política de seguidores y votantes una práctica principal, en lugar de serlo casi en exclusiva la captación, el reparto y la administración de cuotas de poder. Queda por ver si la lección ha sido aprendida. No sé.