La anunciada primavera árabe que ya se cosecha sin estar el grano maduro, está produciendo todo lo contrario a lo que pensaban hasta hace poco tiempo los analistas del mundo árabe: orientales y occidentales. La deriva no es democrática, como se entiende en Occidente, porque yuxtapone o arría derechos en favor de la cultura y religión, que en ocasiones se solapan marcadamente.

La victoria anunciada por el Partido Justicia y Desarrollo en Marruecos no augura nada bueno, teniendo en cuenta que el rey es el líder espiritual de los creyentes de su estado y presidente del consejo de Ulemas -los que interpretan los textos- y que debe nombrar primer ministro a uno de los islamistas que obtuvo escaño. En Túnez ganaron las elecciones los islamistas moderados, que es como si en la iglesia hubiera elecciones y ganaran los jesuitas -como han hecho en algún momento de la historia con resultados sorprendentes-.

Libia se prepara para la perpetua república islámica, mientras se muestra el horror de la venganza y la exhibición de trofeos es la norma del cazador.

Egipto es una potente reserva espiritual de Oriente y al igual que en todo el Magreb, los islamistas han sido perseguidos, encarcelados y desaparecidos y cuando han llegado al poder por el sistema occidental de elección, los han expulsado militarmente. Así que esta puede ser una nueva revolución islámica.

Egipto, aún más que Irán, es un problema gravísimo para Israel, precisamente por las relaciones entre los musulmanes de Palestina, Hamás, Hizbulá y los Hermanos Musulmanes de la región.

Siria, que ni los propios países de la Liga Árabe han podido impedir la guerra civil, se desangra sin petróleo que merezca la pena requisar.

Turquía sería la mejor posicionada, ahora que le interesa apoyo europeo para la causa kurda, para intentar conciliar encuentros y tener un papel más activo en la región. A su favor tiene las buenas relaciones con los países árabes y es que es miembro de la OTAN. Y Europa, más debilitada que nunca, sumida en una crisis de valores, empobreciendo a millones de personas a costa de los grandes fraudes económicos, quiere ser un buen vecino y dar ejemplo de equidad democrática.