Lo más parecido a la democracia en la época de Franco eran el parchís y la oca. ¡Y realmente lo eran! Estos juegos de mesa tienen un reglamento que es igual para todos y a la vez todos tienen que cumplirlo.

De la misma manera, elecciones y juegos, tienen unas normas, que a veces, no dejan de ser cuando menos sorprendentes por no decir inquietantes.

En el parchís cuando te comes una ficha, cuentas veinte. En las ultimas legislativas un voto de CIU equivale veinte de UPyD de Rosa Díez. El parchís se juega con dos dados y cuatro fichas; en los comicios hay dos partidos, bueno, haber haber hay más, pero que puedan gobernar es otra cosa. El objeto del juego es que cada jugador lleve sus fichas, "rojas o azules", desde la salida hasta la meta intentando en el camino merendarse a las demás. En la campaña más que comerse al contrario es quitárselo de en medio y mandarlo a casa y a ser posible que no vuelva.

Las casillas de las esquinas se llaman cárceles. En el juego de las papeletas y las urnas, cárceles hay pocas y nunca nadie "cae" en ellas. En el de la oca está el "pozo" y es cuando no puedes salir hasta que pase otro. ¡Esperemos que pase alguien por el del PSOE!

"El laberinto": aquí han caído todos uno detrás de otros sin remisión. "La calavera" cuando uno cae vuelve a empezar. Rubalcaba a pesar del revolcón ya está pensando en presentarse de nuevo en el próximo congreso. ¡Qué valor! "Los puentes" representan a los puentes de Navarra y la ocas indican el camino de Santiago, esperemos que los de AMAIUR cojan los puentes y los caminos donde los peregrinos ya se han acostumbrado a ir a pecho descubierto.

Lo único claro es que al Partido Popular le toca tirar, y con los dados en la mano, acierte el número exacto que le lleve a la meta y que por una vez y sin que sirva de precedente entremos todos también sin distinguir los colores de las "fichas".