Para la economía que no entiende de sistemas ideológicos estamos en tiempos de emergencia; y como si fuera el verdadero poder depositado en las urnas actúa según los parámetros del mercado global; y en estas intervenciones pasa por encima de la política, del derecho a decidir del ciudadano a manifestar su desacuerdo o incluso a mostrar su rechazo en el espacio público, el mismo que ocupa con su simbología de carrusel el aparato mercantil.

En tiempos de emergencia se modifican constituciones, se cambian leyes que deben ser sancionadas en referéndum, se eligen presidentes de gobiernos en quiebra como si fueran presidentes de concejos de dirección de sociedades, se alzan al poder político a tomar decisiones a los tecnócratas que lamentablemente solo aceleran en una dirección, exprimen regiones enteras a costa de los sacrificios de todos, de todos los que no tienen ya que sacrificar después de la casa, el coche y la universidad de los hijos. De la participación en la cuestión pública, en la toma de decisiones, en el dialogo entre opuestos, solo queda la profesionalización de la política y mantener el poder a cualquier precio, porque política, economía o gobierno sin poder no es absolutamente nada.

Las enormes fortunas españolas que siguen en suiza serían un buen alivio recaudatorio para las arcas del estado; pero allí siguen. Evidentemente hasta que esto pase que es cuando no nos hará falta porque la recesión va a permitir que nos sirvamos directamente de los subsidios de emergencia.

Y la imagen nítida de la ridiculización de un movimiento que recorre el mundo diciendo que es posible otro camino, es esa asamblea que una compañía de telefonía pone en antena donde toda la comunidad, interracial, por supuesto, interclasista, y heterogénea en cuanto a trabajo y edad, debaten, discuten, levantan las manos para hablar, se escuchan con atención y por fin hay un consenso para que abaraten las llamadas...

Perfecta radiografía de los cientos de miles de seres humanos sin rostro que están ahora mismo en muchas plazas y calles del mundo pidiendo simplemente un mayor equidad en la distribución de la riqueza.