Que los políticos se hayan convertido en el segundo problema de España, tras el paro, constituye en sí mismo un problema. Yo creo que en todas las democracias la mayoría de los políticos son iguales, unos señores más bien normales que hacen lo bueno y lo regular que harían los no políticos si estuvieran en su puesto.

Luego hay también algunos que destacan por su excelencia (como destacarían en cualquier otro trabajo) y algunos que destacan por su indignidad (igual que les ocurriría fuera del cargo).

Lo que sucede es que en España hay una solera antipolítica que por la derecha viene del franquismo y por la izquierda del anarquismo, aunque quizás en el fondo se trate de la misma solera, pues doméstico e indómito son variaciones del mismo étimo. Sabiendo que esto es así, y que por serlo en España el político está bajo sospecha, deberían esmerarse más para que la solera no se expanda.