Confieso mi ignorancia. No sé lo que es un Bey Blade, una Lolaloopsy y me parece terrorífico que niñas de seis años flipen con las horrorosas Monster High, pero así es la vida. Y así es la publicidad con esas campañas de marketing y bombardeo en la televisión con vistosos dibujitos que deja a los niños alelados para que escriban en su carta a los Reyes Magos el nombre mágico del producto publicitado. Aunque hace años que uno no escribe la carta a los Magos de Oriente, recuerdo cuando lo hacía que la tele no ejercía tal poder de convicción como ahora percibo.

Era más el boca a boca entre compañeros de cole el que venía a decidir si uno pedía un geyperman o mejor el Monopoly. Uno, anclado aún en el tópico aquel de que cualquier tiempo pasado fue mejor, se queda alucinado aún cuando, por gajes del oficio, descubro que los niños de seis o siete años escriben sus cartas a los Reyes Magos en ordenadores y que incluso las envían directamente por email a Oriente...

Como cunda el ejemplo en la cabalgata de 2021 no habrá ni un niño esperando al paso de los Reyes Magos para entregarle su misiva. Y yo tampoco me fiaría del email. ¿Y si el correo de los Reyes lo rechaza como spam...?