La reunión del Consejo Europeo, si se llama así, de la pasada semana ha hecho correr ríos de tinta y ríos de palabras en los que la mayoría de los ciudadanos europeos, indefensos ante tanta sintaxis hueca, hemos chapoteado como náufragos en altamar. Viene a ser lo mismo que si hubieran dicho una misa en latín. Y lo de la misa viene a cuento también de la solemnidad de la que se han rodeado y de los adornos florales de las mesas en las que comían o cenaban. El Vaticano marca tendencia no solo desde el punto de vista teológico, sino desde el protocolo ceremonial. Hay una teología del euro tan incompresible como la teología de Dios y que está provocando ateos de la moneda única por un tubo. En cuanto a los rituales de salvación de Merkozy y Cía., hay que tener mucha fe para tragárselos.

A fin de cuentas, qué. Que han salvado el euro de una muerte segura. Bueno, pues muchas gracias, pero no tenemos ni idea de por cuánto tiempo ni con qué objetivos, la verdad. En cuanto a los usuarios de la dichosa moneda agonizante, llevamos dos semanas con hipotermia y sin saber a ciencia cierta qué va a ser de nuestros ahorros porque nadie se corta ya de mencionar el corralito, que creíamos que iba a ser un corralito a plazos, aunque quizá nos lo hagan pagar de golpe. Total que no sabemos nada. La próxima misa, la hagan ustedes en castellano, por favor. Y dígannos a la cara lo que se dicen al oído. Pensamos, por ejemplo, en Rajoy, que ha contado fuera su programa oculto en esperanto mientras que aquí nos tiene a dos velas en castellano. Sólo le hemos oído decir que va a llevar a cabo una "reforma laboral profunda". ¿Qué significa "reforma laboral profunda"? ¿Por qué no ancha o alta? ¿A qué alude con lo de la "profundidad?

También nos hemos enterado del "aislamiento británico", como si bastara quedarse solo para quedarse aislado. Pues no es así ni de lejos, amigos. Quienes de momento parecemos aislados en el sentido metafórico del término, que es el que vale, somos los países del euro. De modo que han hecho ustedes un acuerdo histórico, sí, y han celebrado varias misas negras, también, pero los fieles, intelectualmente hablando, nos hemos quedado a dos velas.