La Pérfida Albión antes tenía la Navy como fuerza de choque, y ahora tiene la City. El verdadero poder de ésta ha quedado claro para el gran público: el Reino Unido ha preferido la defensa de la City a la mismísima UE. En otro tiempo la hegemonía marítima de Inglaterra descansaba no tanto en su flota como en sus patentes de corso, licencias que otorgaba Su Majestad para que un pirata pudiera andar a sus anchas por los mares desvalijando galeones y haciéndose con el oro (repartiendo, of course). En la City habrá de todo, claro, pero sin duda no faltan los corsarios debidamente autorizados. En España el macizo de la raza siempre ha sido antibritánico, con la herida de la Armada Invencible en un costado y la de Trafalgar en otro. No comparto esa fobia, pero viendo sonreír a Cameron (y antes a Blair) me viene a la mente el viejo dicho: "Asta de toro, pezuña de caballo, sonrisa de sajón".