Existe unanimidad respecto a las ventajas de tener un ministro canario en Madrid y se aplaude el nombramiento de José Manuel Soria en el nuevo gabinete de Mariano Rajoy, pero aún habrá que ver si eso se traduce en estabilidad política en el Archipiélago y en mejores relaciones con el Estado. Cuando hubo ministros isleños, como ocurre ahora, el Gobierno regional era de distinto signo político, por lo que los enfrentamientos estaban asegurados.

Luis Carlos Croissier escapó a esa maldición porque la autonomía aún estaba en pañales, pero Jerónimo Saavedra y Juan Fernando López Aguilar sí tuvieron que lidiar con un Gobierno regional en contra y hasta se les llegó a criticar que vinieran a pasar el fin de semana a las Islas. La situación de Soria es similar y sólo la crisis económica puede atenuar el previsible conflicto, porque a nadie conviene un enfrentamiento partidista ante la atónita mirada de 250.000 parados. No están los tiempos para juegos políticos ni patadas por debajo de la mesa, pero serán inevitables. Solo tienen que observar las escaramuzas de estos días entre el PP y CC en la isla de Gran Canaria.