Parece que Facebook imita a los escritores, los cuales espían a los otros. Igual que ellos, también esta red social escudriña en los demás para registrar detalladamente sus vidas. Sin embargo, les separa una diferencia. Un muro.

Los escritores exploran la existencia ajena con la finalidad de inventarla de nuevo. Su objeto es contar sobre los otros, encarnándose a través de la escritura en ellos. Por eso escribe Robert Walser: "El escritor se olvida a sí mismo cada vez que escribe la primera palabra, y cuando ha dado forma a la primera frase no quiere saber nada de sí". Es, entonces, en palabras de Walser, carretillero, restaurador y camorrista, cantante, zapatero y dama de salón, mendigo, aprendiz de banca y bailarina, madre, hijo, padre, estafador, amante y creador. Él es quien pasa hambre y quien se empacha, el fanfarrón y el predicador, el viento y el dinero?

Los escritores viajan en su cuarto guiados por sus ojos de radar como lo hacen los barcos en alta mar. Inspeccionan, así, todos los pormenores para captar y reelaborar lo que no se ve a simple vista. Es lo que hace también Facebook, pero de modo distinto y con una finalidad diferente, tal y como se deduce de la información aportada por un estudiante vienés. Encontró en esta red social más de mil páginas con datos personales, alojadas en un CD y registradas en 57 categorías, tales como aficiones, gustos, creencias, etc. Entre los datos acopiados a lo largo de años en Facebook aparecían informaciones y conversaciones suyas que había borrado y que esta red social seguía conservando en sus archivos digitales. Es un botón de muestra de que Facebook se apropia sin consentimiento de la información privada y la analiza de forma sistemática, sabiendo más de nosotros de lo que sabían la antigua Stasi y la KGB sobre cualquier ciudadano corriente.

Se revela, entonces, que si bien durante el espionaje se alza la página en blanco entre el escritor y el mundo, entre nosotros y el mundo, se interpone facebook y su poder sobre millones de personas.