La llamada «Pax romana» no era otra cosa que la imposición de la modernidad legal y económica de Roma a los países conquistados, incorporándolos a su civilización. El actual Imperio de Occidente, capital Washington, aspira a imponer una suerte de «Pax americana» a sus dominios. El problema reside en que esa «Pax», además de un sistema de derechos, comercio y consumo, lleva dentro los agentes patógenos, entre ellos el del loco asesino, un tipo degenerado de individualista armado, un virus retratado de modo ejemplar por Michael Moore en «Bowling for Columbine», a propósito de la matanza perpetrada en 1999 por dos adolescentes en un instituto de ese lugar de Colorado. El agente patógeno ha actuado en esta ocasión en Afganistán, precipitando, tal vez, el final de la ocupación y reforzando el poder de los talibanes. Todos los imperios tienen su punto más débil en los propios demonios familiares.