A veces la realidad se enreda y se produce el efecto de un bosque de secuoyas, los gigantescos árboles que son patrimonio nacional en Estados Unidos y que han ambientado cientos de películas de la epopeya del far-west. Desde la copa no se puede ver el suelo, y desde el suelo no se distingue la copa, oculta entre la espesura de hojas enredadas. Con la crisis sucede algo parecido; hay cosas que pasan, zas, a velocidad de vértigo, y que cada una, por separado, tiene una explicación; y hasta en ocasiones los argumentos aislados tienen apariencia de respetabilidad sin que se entre a dudar por eso de las medias verdades. Miles de millones de euros se han destinado en España a reforzar a bancos y cajas que se encontraban en situación de extrema debilidad por su codicia, o imprudencia temeraria, cuando el 'boom' de la construcción se infló a base de un paraíso hipotecario... que dio lugar a una burbuja sobre la que, reiteradamente, habían advertido con su estallido distintos organismos internacionales. FMI, OCDE, UE... La idea que se imparte desde los negocios financieros y desde los gobiernos afines o con el síndrome del gato deslumbrado es que bancos y cajas se han visto con unos incobrados e incobrables que los ponen al borde del precipicio, y con un patrimonio de casas embargadas que no tiene salida y del que se puede decir que es peor el remedio que la enfermedad. Como la copla, "ni contigo ni sin ti/tienen mis males remedio / sin ti porque no vivo/y contigo porque me muero", o algo así.

¿Y no había otra solución que no fuera desandar todo el camino, no solo un camino o una parte de él, y regresar al pasado? Por internet circulan muchas tonterías, pero hay una alternativa que parece tener cierto fundamento matemático. Con solo una tercera parte de los euros que se han destinado a la banca para hacer frente a sus problemas derivados del fracaso de las hipotecas... todos los españoles con dificultades para hacer frente a sus obligaciones podrían haber pagado y quedarse con sus casas. Así, los bancos habrían cobrado; los ciudadanos no habrían tenido que salir de sus hogares; no se habría hundido, o al menos en la misma medida, el negocio del ladrillo, y el dinero podría haber seguido moviéndose por los circuitos del consumo. Una fuente de la Asociación de Usuarios de la Banca (Ausbanc) confirma que esto se planteó a las autoridades de Hacienda. Que los dineros públicos ayudaran a los usuarios y no que se quedaran en las alturas, sin resolver el gran problema de la gente.

Muchas veces los temas sencillos se convierten en complejos arcanos sólo para ocultar los verdaderos problemas al análisis elemental del pueblo. ¿Por qué siempre ha habido déficit en los presupuestos de todos los países y nunca los mercados se han cebado en algunos de ellos como en esta ocasión?, ¿cuál es la explicación? Hace tres décadas, y dos, y una, España era más débil económicamente. Producía menos y tenía menores expectativas. Por supuesto, entonces había técnicos, politólogos y periodistas que alertaban de los peligros del despilfarro y la mala administración, y de la multiplicación de entes inútiles creados ex profeso para el pesebrismo o para burlar los cortafuegos que impedirían, si los 'vigilantes' del sistema actuaban con honestidad, la extensión de actitudes irresponsables o sencillamente prevaricadoras. Aquellas 'consecuencias' sobre las que alertábamos eran una cosa, una crisis temporal de ajuste, y este apresurado socavamiento del modelo social europeo es otra muy distinta.

Pero hasta las aspirinas tienen efectos secundarios. Si en España se vuelve a los años 60, se producirán los movimientos sociales de los años 60, con su conflictividad y su combate ideológico, a veces violento, en pos de la libertad, la fraternidad y la igualdad. Por eso no solo Sarkozy tiene que releer la Marsellesa.

(tristan@epi.es)