Dentro de nada, España va a ir bien. El gobierno está absolutamente seguro de ello. Es solo cuestión de meses, ni siquiera de años. Dentro de nada volverán las claras golondrinas, y la tierra manará leche y miel. Lo de ahora es un paréntesis, y además, corto. Todo ello se deduce de los presupuestos generales del estado.

Porque si no fuera así, si no estuviéramos a dos pasos de la puerta de salida, los presupuestos no reducirían en un 5,4% la previsión del gasto en desempleo y en un 21,3% la del gasto en fomento del empleo. Si la cosa estuviera realmente mal, si se fueran a perder realmente los 600.000 puestos de trabajo que alguien pronosticó, habría que aumentar los fondos para subsidios y prestaciones y ser más agresivos en las políticas de empleo. Si hacen lo contrario es por la seguridad de que la reforma laboral va a poner a trabajar a todo el mundo en cuatro días. Eso, o que van a recortar las prestaciones a los desempleados.

Y además, si no se oliera ya el perfume del regreso a los buenos tiempos, no anotarían una previsión de crecimiento en los gastos de personal. Si, como esgrimen los pesimistas, el futuro pasara por adelgazar estructuras para navegar ligeros en mares distintos, se presupuestarían rebajas en el coste del funcionariado. Si hacen lo contrario es porque dentro de nada habrá vuelto la abundancia. Eso, o que no se atreven con el más fáctico de los poderes del estado.

Finalmente, si no se oteara una lluvia inminente de millones hacia las arcas públicas, no se recortaría como se hace en ciencia, investigación e infraestructuras, capítulos con incidencia directa en la competitividad de nuestra economía, porque quienes nos gobiernan saben que es pan de hoy y hambre de mañana. Tal recorte solo se explica desde la seguridad en que el año que viene, ya instalados en el paraíso, podremos recuperar lo atrasado y compensarlo con creces. Eso, o que no saben por dónde meter la tijera.

Por lo tanto, y en contra de lo que predican los agoreros del desastre, estos presupuestos son la mejor prueba de que España va a ir bien, muy bien, dentro de nada. Eso, o que el gobierno ha perdido el norte.