A las 23.40 del 14 de abril de 1912, el Titanic (palabra que procede de la mitología griega y se refiere a una raza de gigantes), chocó con un iceberg en aguas del Atlántico Norte al sur de las costas de Terranova en su viaje inaugural desde Inglaterra a Nueva York. El iceberg, de unos 15-30 metros de alto y 60-120 metros de ancho, impactó a 7,5 metros por debajo de la línea de flotación dañando cinco de los 17 compartimentos independientes en los que estaba dividido el casco del buque. En menos de 3 horas, a las 2.20 de la mañana del 15 de abril, el Titanic se hundió para descansar a 4,000 metros de profundidad en el fondo de un mar gélido. Aún cumpliendo con la legislación vigente, no llevaba botes salvavidas para todo el pasaje y tripulación. El siniestro se saldó con la muerte de 1517 personas, convirtiéndose en el peor desastre marítimo en tiempos de paz.

Cuando se conmemora el centenario del hundimiento, la similitud con la situación que atraviesa España es sorprendente. ¿Se puede gobernar un barco con 17 timones y otros 17 timoneles, tres o cinco de los cuales quieren abandonar el barco, cuando no dinamitarlo? Para muchos, España puede ser dibujada como un barco gobernado en 17 direcciones que han causado graves fisuras en su línea de flotación. Ahora que nadie tiene duda que los 6.000.000 millones de parados no es una circunstancia pasajera y que tenemos endeudado nuestro futuro después de un septenio de desgobierno y despilfarro ayudado por muchos timoneles autonómicos, la regeneración de la sociedad española es una exigencia inmediata. Pero la crisis que asfixia a millones de familias nos ha hecho olvidar el origen del problema. Esta sí que es una memoria histórica que hay que rescatar.

Lo más razonable, como sucedió en Islandia, es que se hubiera creado una comisión de investigación en el Parlamento para determinar las causas de la crisis y sustanciar responsabilidades. Así se hubiera sabido qué responsabilidad correspondía al Gobierno central y cuál a las comunidades autónomas y corporaciones locales. ¿De qué nos vale una Ley de Transparencia si no se sancionan con ejemplaridad las infracciones cometidas por altos cargos? Pese a que todas las comunidades autónomas están endeudadas y varias de ellas tienen el mayor paro de Europa, aún no se ha presentado una sola denuncia contra los responsables de este siniestro. Todo se queda en meras acusaciones políticas sin trascendencia. España no será Grecia, pero algunas de sus regiones son el Peloponeso. Miles de cargos políticos y liberados sindicales cobran sobresueldos de la propia Administración y de empresas públicas y privadas. Los llamados sindicatos mayoritarios se llaman así porque los financiamos la mayoría, que encima no pertenecemos a ellos.

Muchos piensan que todo lo que nos está ocurriendo no solo es un retroceso de 30 años que daña nuestra imagen internacional sino una pérdida de tiempo. A otros, la crisis les ha hecho pensar que desde la muerte de Franco todo ha transcurrido en un solo día. Es como si la democracia perdiera fuelle y las cosas estuvieran regresando a su origen, cerrándose un ciclo en el que siempre ha estado presente un pasado que no acaba de pasar del todo. Si no gestionamos con eficiencia la sanidad, si no rentabilizamos el presupuesto para educación, si retiramos los fondos dedicados a la cultura y a la investigación científica para traspasarlos a pagar la deuda que han creado políticos y banqueros, ¿para qué narices hemos estado trabajando todos estos años? Seguimos malgastando el dinero en cargos e instituciones innecesarias y en embajadas de pueblo que solo sirven para ganar votos a incautos que no se dan cuenta de que deberíamos trabajar para tener líderes europeos, economía europea y embajadas europeas si no queremos quedarnos como unos paletos de los que se reirá el resto del mundo.

Una de las más bellas leyendas del Titanic es la relativa a su banda de música. Durante el hundimiento, la banda continuó amenizando a los pasajeros para que no perdieran la calma ni la esperanza. Ningún miembro de la banda sobrevivió al naufragio. Algunos testigos dicen que la última melodía que interpretaron fue "Nearer, my God, to Thee" (Más cerca, Oh Dios de ti). El cadáver del director de la banda fue uno de los cuerpos que recuperaron. A pesar de ser considerado como un héroe en su país, la naviera propietaria del Titanic le cobró a su familia por el coste de la pérdida del uniforme. Nosotros somos los músicos de la banda. Adivinen quién es la especie protegida que tiene prioridad para acceder a los botes salvavidas. Buen día y hasta luego.