Es difícil sustraerse a las casualidades y sus caprichos. El golpe de dados es tan inexplicable como necesitado de (imposible) explicación. Y sobre todo lo es si parece que éstas vienen a organizar nuevos sentidos de las cosas. En realidad, las casualidades suelen despertar el ansia por los deseos, lo que querríamos que lo que nos ocupa fuera, pero poco dejan del lado de lo razonable€ Por ejemplo, ¿significa algo, más allá de lo deportivo, que la final de la Eurocopa de hoy sea entre Italia y España? ¿Tiene algo que ver que el campeón de fútbol europeo de 2012 sea uno de los dos países del Sur que parecen haberle ganado ahora una batalla a la calvinista Alemania en el último Consejo Europeo? ¿Viene esto a dotar de un nuevo radio de acción al hecho de que la cultura occidental es un producto del sur de Europa, y que ya en tiempos de Hesíodo, de su Teogonía, la gente del norte, los extranjeros, eran designados por los griegos con una palabra sin sentido, que no ser griego era estar por fuera del lenguaje, de la lengua griega, del universal? ¿Quiere esta final de la Eurocopa significar de algún modo que los grandes desfalcos corporativos de la crisis mundial son todos, sin excepción, anglosajones, que no hay lecciones que dar por parte del Norte, que dar lecciones es una desfachatez? ¿Quiere mostrar el fútbol que el famoso sur dionisiaco no es más que el reverso de la perversidad apolínea del norte, el reverso obsceno de la ley, aún sin que ello le exima? Pues no. No€ Lo que ocurre, sin embargo, es que las argumentaciones y las construcciones narrativas también suelen ser del orden de los ideales, están transidas por los imaginarios, aunque no lo parezca. No de otro modo se explica que uno puede encontrar argumentos casi para cualquier cosa€ No obstante, lo que en verdad sucede con lo que no ocupa se nos escapa. Hölderlin, en su Hiperión, también conocida como el Eremita de Grecia, decía -esto es famoso- que "el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona". Hölderlin soñó Grecia como siempre la ha soñado el norte culto (el que vino tras el bárbaro, aunque esto nunca fuera estable), como el territorio del que parte todo. Toda la cultura occidental está ahí. Luego sólo queda el eterno retorno de lo mismo. Eran alemanes que sabían de qué se trataba cuando hablaban del Sur. Eran gente culta. Quizás vuelvan a pesar en su país.