El día es tan hermoso,/ el aire tan gozoso,/ y tengo, todavía, un no sé qué de fe.

Antonio Carvajal - Granada 1943.

En Torrejoncillo, un pueblo de Cáceres, padecen -como en la totalidad de España- en muchas temporadas pertinaces sequías. Como no tienen a la Virgen del Pino para ayudarles, al comienzo de la sequía emprenden rogativas, novenarios y procesiones pidiendo a San Pedro que les envíe la lluvia. A medida que pasa el tiempo y el agua no cae, los ánimos de los habitantes del pueblo se van progresivamente enardeciendo, hasta llegar a tal grado que ponen en la boca del Santo una sardina bien salada, para que sufra el martirio de la sed y, por ende, se apresure a enviar el remedio de la lluvia.

Posiblemente con los políticos habría que tomar, también, medidas. Como no es el caso de desperdiciar las sardinas, encarecidas, desde la vergonzante pérdida del banco canario-sahariano, propongo que se les castigue con algo en lo que son especialistas en propiciar: el paro. Un paro, con ayudas de 500 euros, por dos años, sin más prebendas y con la obligación de hacer cursos de reciclado.

El recorte del gasto se ha convertido en un tratamiento unidireccional, espurio y distorsionado, que enmascara una voluntad política de continuar con una estructura de Estado que siga manteniendo los privilegios y el despilfarro de la Casta. Los recortes no se han hecho con un estudio profundo y aquilatado. Dudo que siquiera se haya hecho un estudio para párvulos. El PP ha preferido palear la arena, en vez de picar la piedra. Ha preferido el cañón a la mantequilla. Continúan las instituciones innecesarias, obsoletas, duplicadas, las subvenciones interesadas (partidos políticos, sindicatos, fundaciones, deportes, toros, etc.). El caso Dívar ha puesto sobre un plato cutre de plástico -y casi por casualidad- el despilfarro en una institución que debía ser ejemplar. Es que, además, casi un millón de euros se gastaron en viajes los 20 consejeros del Poder Judicial en 2011. Imagínense lo que estará pasando en otras instituciones de "fuera de la portada", ante la ineficacia de órganos de control que, como el Tribunal de Cuentas del Reino, llevan años de retraso en sus objetivos de trabajo, estando presidido por el eterno Ubaldo Nieto (81 años). Pero vean, vean: casi 300.000 políticos más tiene España que Alemania y el doble que Francia e Italia. Es la nación que tiene más políticos por habitante de Europa. Si dejáramos en el paro 60.000 políticos (40.000 hay contabilizados como cargos de confianza), ahorraríamos, aproximadamente, 5.000 millones de pesetas, en sueldos, prebendas y "otros gastos". Con esto y alguna "miseria" más (Dívar dixit) se solucionaba el problema de la sanidad y alguno más. La simpar Esperanza Aguirre propone bajar los parlamentarios de la Comunidad de Madrid a una cifra próxima a 60. Claro que si la Señora lo dice, la cifra debe ser menor. En las Cortes, donde los partidos son monocordes y sus miembros son entrenados solo para sí o el no, sobran más de 250 diputados. No en vano las Cortes son el ¿centro de trabajo? donde más se escaquean los mantenidos. Si se llegara a la lógica disposición de que los votos nulos y la abstención de los votantes computara con la retirada proporcional de plazas de diputados, también tendríamos una cifra de ahorro substancial. El Senado (asilo de jubilados) sobra, por lo que no hace.

Asombra cómo la Casta política sortea con zapatillas de raso y porcelana inglesa la profunda fosa de miseria que han abierto, montados en un caballo, con las bridas de la corrupción y los arneses de la ignorancia.

A pesar de que hay mucha carnaza para morder, Europa ordenará a la España colonizada que debemos subir el IVA y bajar el sueldo a los funcionarios. Europa tiene su estribillo y se lo canta a todo el mundo. No importa que España tenga el mayor número de parados de Europa, o que tenga otras opciones para combatir el gasto. Esos rostros que, en su mayoría, no conocemos, son rostros borrosos de funcionarios que no tienen el problema de los funcionarios españoles, que ven cómo se vacía su nevera, antes de que se queden sin ella. Y el IVA es un impuesto indirecto que grava por igual a ricos y pobres. El IRPF, el impuesto de Sociedades y el del Patrimonio no juegan en este trascendental partido. Decía Montesquieu que el poder detiene al poder. Como en España no se vislumbra que el poder político frene su propio poder, tendremos que recurrir a ese poder ciudadano, siempre en continua hibernación, para cambiar esta abrumadora desigualdad social y contributiva. A los políticos hay que recordarles que en muchos pueblos de España, cuando la lluvia se resistía cabezudamente en caer, se arrojaban las imágenes de los Santos al agua. Igual puede ocurrir con los políticos, con el agravante de que muchos de ellos pueden -metafóricamente- ahogarse. Amén.