Ahora que el país está falto de cash es buen momento para dejarnos colonizar por los chinos, por ejemplo.

Durante muchos años el continente y este país ha aprovechado cualquier encuentro, incluso de ping pong, para reprender a los chinos por cómo se tratan entre ellos, pero ha sido tener falta de cash, amigo, y emerger entre la clase política endógena un estado de peloteo que raya en el tortolitismo por lo chino.

Recién se aterrizaba en un aeropuerto de Canarias un mandarín principal del país del pato lacado en una simple escala técnica y una ministra y un ministro fueron pitando a la escalerilla del avión por si necesitaba algo, aunque fuera contra los derechos humanos de los indígenas, da igual, allí estaban para lo que hiciera falta. Existen imágenes de ese encuentro. La ministra se materializó con una blusa con estampado mariposas, sin caer en que la mariposa es un símbolo del Feng Shui que representa ¡la libertad!

Y con estas cosas hay que tener más cuidado. No sería la primera vez que va uno a hacerle la pelota a un presidente de un país lejano, pero rico, y se termina a cañonazos por una bobería intercultural.

Puede que en esta ocasión escapamos porque el mandarín llevaba más horas de vuelo que la capacidad de sus dioptrías pero ya que vamos a convivir con ellos, como en Alien, sería bueno documentarse si no queremos terminar en un programa de humor amarillo.

Una buena impresión para la próxima es que en la escalerilla tanto José Manuel Soria como Sáenz de Santamaría, sin blusa de mariposas, reciban al dignatario en postura taichí, ojo no de kárate, que se llevan un vainazo, sino taichí, que además proporciona elasticidad al cuerpo y ejercita la meditación.

Además no vale saludarlo con un taponazo en la espalda. Un chino nunca ve bien este tipo de compadreos. Si el presidente viene con un presente, aunque sea una apisonadora, hay que recogerla con las dos manos, y no meterla en un bolsillo que se encuentre por debajo del ombligo. Ah, y no se puede abrir, como mucho leer la tarjeta. Deje la apisonadora perfectamente embalada en su papel de regalo, y cuando llegue a casa se divierte con ella.

Y por último, si come con el mandarín y hay caldo de papas coja el plato y chúpelo con escándalo, y verá como le sale un socio. De nada.