Existen muchos españoles, más afortunados que otros, que tienen posibilidades de disfrutar de sus vacaciones, bien solos o con su familia, y que han decidido elegir este año su propio país y no marcharse al extranjero. Alegan que dentro de la situación actual de crisis que padecemos, ese gesto beneficiaría a los destinos turísticos españoles, o no turísticos, y no a las demás naciones. Otros han optado por visitar los pueblos de origen de sus padres, de sus antepasados, e incluso recorrer lugares de sus propias comunidades, y que no conocían hasta ahora. Esto es lo que se llama "turismo patriótico". Tal vez el brote patriotero que trajo la Roja ha contagiado a muchos hispanos y desean, por tanto, mejorar la economía de su país. Es algo positivo que tal vez nos haga olvidar "el pan amargo de cada día", el incesante paro, la incertidumbre del rescate, la prima de riesgo, los ataques al euro o la continuidad de la Comunidad Europea.

Así que la idea de turismo local me parece excelente. Hay numerosas personas que presumen de conocer medio mundo, y, sin embargo, no tienen ni idea de su entorno, de lo más inmediato, de los lugares de interés de sus ciudades y pueblos. Parece más natural y lógico que los canarios, si deciden viajar, conozcan primero cada una de sus islas. Hubo una vez una campaña, muy aplaudida por la población, que se denominó "Canario, conoce tu tierra". Tuvo bastante éxito y se podía disfrutar de viajes a las islas, tanto en avión como en barco, a unos precios asequibles. Los empresarios y establecimientos hosteleros, en general, agradecieron tal iniciativa, a pesar de que no teníamos una crisis tan grave como la de ahora.

Estamos en plena temporada veraniega y se espera que muchos peninsulares decidan venir a cualquiera de nuestras islas para descansar, que todas tienen su atractivo. Todo, a pesar de que este año les sale un poco más caro desplazarse a las Islas. No crean que no tiene su atractivo la famosa "panza de burro" de Las Palmas, que evita las quemaduras solares. Si alguien quiere sol puro y duro, que se vaya al Sur, que está ahí, al lado.

Y, por supuesto, sería deseable que también los canarios intentemos paliar la pésima situación económica que nos envuelve, yendo a los lugares turísticos más próximos. Ya existe una campaña institucional cuyo lema es "Yo me quedo". Tenemos que destacar que en los últimos años se habían incrementado las vacaciones de muchos de los habitantes de otras islas, tanto a Lanzarote como a Fuerteventura. Por su parte, Tenerife tiene también su gancho, bien sea por la majestuosidad del Teide, por sus museos, por su gastronomía, por sus encantadoras ciudades como La Laguna, La Orotava, Icod de los Vinos, o el Puerto de la Cruz y su Loro Parque, sin olvidarnos del Parque de las Águilas del Teide, o el Siam Park, del sur de la isla. O, si lo desean aquellos que aman la naturaleza, un recorrido a pie por el fantástico bosque de laurisilva de Anaga. Es evidente que colectivos grancanarios se desplazan habitualmente a la isla hermana de Tenerife, principalmente en las líneas Fred. Olsen o Armas. Desgraciadamente no ocurre lo contrario. Tenemos muy mala prensa.

Las islas de La Palma, La Gomera y el Hierro, e incluso La Graciosa, si no se las conoce, deberían estar también en la agenda de los canarios que pretendan conocer su archipiélago. Son decisiones que, además, aumentan los sentimientos de canariedad y hermandad entre los canarios.

Y aquí, dentro de nuestra propia isla de Gran Canaria, habrá gente para todos los gustos. No necesariamente deberían concentrarse todos en las playas. Tenemos gente con otros gustos y prefieren cualquier rincón sin bullicio y con aire puro. Se puede optar a hacer turismo rural, a relajarse en una de esas casitas o cuevas donde se desconecta de toda actividad y se tiene la oportunidad de reencontrarse con el medio rural, con otra forma de vida; de conocer los productos alimenticios locales, la gastronomía típica, las fiestas, las tradiciones, o de hacer algún tipo de ejercicio, si lo desean, realizando senderismo, o "mountain bike", conociendo yacimientos aborígenes (La Cueva Pintada, el Cenobio de Valerón, etc.) e incluso, montando a caballo, que también existe esa posibilidad. Descansar unos días en las entrañas de la tierra, como es el caso de quienes optan por las cuevas rurales, es una sensación enriquecedora que no se olvida nunca.