Javier Moscoso ha sido un político serio, ilustrado y fiable, ministro de la Presidencia con Felipe González. Pero de su larga trayectoria política es recordado por haber introducido los días de permiso funcionarial conocidos por los moscosos, aunque muchos funcionarios no sepan ya el origen del nombre.

Los moscosos eran una institución muy apreciada, y su vacío debería ser llamado los rajoyes, en justa retribución a quien se los quita. En lugar de hacerlo, podrían haberse convertido en una prima de productividad, para premiar a los funcionarios laboriosos y responsables (que hay muchos) y dejar sin premio a los funcionarios vagos (que también hay).

Sin embargo, en España el amiguismo, el nepotismo y el favoritismo, demonios de nuestra cultura, hacen que, al no haber tradición de medir con justicia, se opte por no medir y tratar igual a todos. Así nunca mejorará la productividad.