El último número de la revista The Economist abre su portada con estas mismas letras de gran tamaño encima de un minúsculo toro negro de lidia, marcado a hierro candente con el signo del euro, con cuatro banderillas clavadas en el cerviguillo y con la enorme letra S cayendo sobre su cabeza. La "S", inicial del nombre de España en inglés, representa la caída vertiginosa de España. La palabra "pain" (que significa dolor en inglés) quiere hacernos reflexionar sobre la monstruosa lección que debe aprender España de esta crisis insuperable si no se realizan cambios inmediatos en el modelo político del país. Los lamentos de dolor de una sociedad que se siente traicionada y estafada por sus políticos y banqueros, los gritos de seis millones de personas sin trabajo que quieren trabajar, de los cientos de miles de familias en las que ninguno de sus miembros tiene un empleo, de los millones de jóvenes (con títulos profesionales o universitarios) sin futuro a corto y medio plazo, y el pánico por la inmensa deuda pública y privada que nos ha convertido en una colonia de Alemania, son pesadillas terribles que no desaparecerán en mucho tiempo a pesar de despertarnos cada día.

El caso es que no parece que haya nadie que sepa coger el toro por los cuernos. Comenta The Economist que las leyes y reales decretos aprobados por el Gobierno de España para controlar el gasto público de la Administración central y autonómica, las normas de control exigidas a la banca por el Banco Central Europeo, los inmediatos y sucesivos recortes salariales a los funcionarios públicos, la repentina eliminación de numerosas prestaciones sociales, y las medidas impositivas de recaudación fiscal que afectan a los mismos de siempre, pueden hacer caer a España en un agujero de difícil salida si no se acompañan de verdaderos cambios estructurales que contemplen la reorganización política y social de España a todos los niveles (municipal, provincial, regional, nacional, autonómico, educativo, sanitario, jurídico, financiero, empresarial) que reactiven la economía a través de la unidad de España, de la eficiencia administrativa, y de la creación de empresas, industrias y empleos nuevos. El punto cero de confluencia es la implantación de una nueva conciencia social de querer ser un país modesto y honesto. Pero la Historia de España nos recuerda que es casi imposible cambiar el genoma ibérico.

El pronóstico para España es desolador. No damos confianza como país. Esa desconfianza, labrada a pulso por políticos, banqueros y empresarios que han secuestrado en su propio beneficio nuestras ciudades, nuestras provincias, nuestras regiones y nuestras instituciones saqueando las arcas públicas y privadas a nuestras espaldas pero con el consentimiento también de la sociedad y de políticos, banqueros y jueces honestos, ha originado un enorme problema para la Unión Europea. Nos esperan varios años de recesión económica. Hemos creado una bestia con un sector público hipertrofiado a expensas de un enchufismo clientelar político deshonesto perjudicando a los funcionarios y técnicos de carrera de la Administración, hemos dejado que nuestras instituciones públicas hayan sido dirigidas por gente mediocre y sin preparación suficiente para las exigencias del siglo XXI, hemos construido un país con terribles deficiencias educativas, tecnológicas y científicas, y hemos provocado que el sector privado no pueda ni quiera arriesgar en invertir. Desde 1975, España solo ha creado una empresa (Inditex) que esté entre las 500 más importantes del mundo (para poner un ejemplo comparativo, solo California ha creado desde entonces la friolera de 26). Con sueldos cada vez más bajos, con una productividad en caída libre, con la tasa de desempleo más elevada de Europa y con una presión fiscal semejante a la de los países más ricos del mundo, el consumo no dejará de caer y toda la riqueza del país se destinará a pagar la inmensa deuda por la que hemos perdido nuestra soberanía nacional. La semilla perfecta para que la sociedad se soliviante con consecuencias imprevisibles e incontrolables.

El modelo de España ha fracasado. Es inviable desde el punto de vista de eficiencia administrativa y pone en peligro la unidad de España. La incapacidad del Estado para ejercer su autoridad sobre 17 CC AA que quieren funcionar como 17 nacioncillas en las que ninguna se pone de acuerdo para hacer sacrificios en bien del país, ha dejado a España en manos de unos políticos que gobiernan unas CC AA insumisas que no podemos pagar y que nos debilitan internacionalmente. Se ha mentido a los ciudadanos, no se ha tenido el debido respeto con el dinero del contribuyente, las corruptelas se han extendido sin una contundente condena, y así un largo etc. Para los europeos, España ha dejado de ser una nación libre e independiente para ser 17 Estados feudales. Buen día y hasta luego.