Q ueda para el estudio de la neurología el proceso por el cual un ministro de Industria, de Energía o de Turismo, o de las tres cosas a la vez, se presenta a miles de kilómetros de su despacho para visitar un incendio forestal.

Es de imaginar al estadista bregando con los últimos informes de la revuelta minera, o departiendo cómodamente con los grandes popes del petróleo patrio para ver por dónde nos sondea, cuando enchufa la Tele Indígena y ve llamas. Es el fenómeno conocido como papa-llama, o la llamada de la llama.

Iván Petróvich Pavlov fue un señor que a través de una serie de sencillos experimentos dio con la denominada Ley del Reflejo Condicional. Este hombre, profesor de fisiología en la Academia Médica Imperial rusa, tuvo la ocurrencia de poner una campana al lado del pienso de una serie de chuchos. Un tonto mecanismo de polea hacía tocar la campana cada vez que Canelo se echaba una tapa de Eukanuba Puppy. El resultado es que con el tiempo el mejor amigo de Pavlov salivaba no más oír el tintineo. El científico llegó a la conclusión de que se podía evaluar el ansia, y el jase-jase del animalito por el número de gotas segregadas en una determinada unidad de tiempo, pero esto no se podrá investigar a ciencia cierta en el caso que nos ocupa porque, ah, no quedan perras para investigación. Pero sí, no obstante, para fletar un reactor para presentarse en una isla a la brasa y retratarse bien con unos prismáticos oteando los infiernos o con un mapa, Rigorito, para dar sensación de que conoce del asunto.

Se podría alegar que él es tan canario como el territorio que se chamusca y que por eso se emplantana en la zona cero. Pero entonces sería el ministro de Canarias, que tampoco es. Y es de prever que su preparación en la lucha contra este fenómeno es inversamente proporcional a la facilidad que tiene para darle mecha al ya calenturiento ambiente político nacional y archipielágico.

Pero la gran paradoja es que no llega para apagarlo, no, queridos aborígenes. Él viene para acecharlo. Este ministro de los Incendios y Otras Brasas escruta el panorama con ánimo de coger la falla, para luego tirarle las mangueras al Mencey.

Hay muchas personas que están llorando a lágrima viva el desastre de La Palma y La Gomera. Y enredar políticamente con esto es una muy innoble perforación en toda regla.